Más de 300 familias aisladas en Guamacire

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Este lunes, las más de 300 familias del Valle de Guamacire, al suroeste de Palavecino y sureste de Iribarren, continuaban incomunicados con ambos municipios, debido a los destrozos que el río Claro provocó el domingo en la carretera que les une.

No es la primera vez que padecen la misma problemática, pese a que en reiteradas ocasiones han acudido al anteriormente llamado Ministerio del Ambiente, alcaldía y gobernación a exigir las obras necesarias para que las aguas del río puedan correr libremente cuando llueva fuertemente y no se salgan de su cauce.

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Lo mismo con la quebrada Guamacire, cuyos torrentes, desde la montaña, bajan con fuerza con cualquier aguacero.

Aunque Guamacire pertenece al municipio Iribarren, se le vincula más con Palavecino pues el río pareciera dividirlo y ubicarlo como integrante del primero de ellos.

Además, forma parte de la parroquia Juares, por lo que sus habitantes deben hacer sus trámites en Río Claro y no en Cabudare, como pensaría la mayoría.

El domingo, las familias del valle de Guamacire, en sus tres sectores, así como en el cercano Cocodrilo, se preocuparon cuando comenzó a llover pues pensaron en la carretera, que más de una vez les ha dejado al otro lado, sin poder pasar hacia Cabudare o El Manzano.

“Eso fue un aguacero corto, pero con mucha agua, sobre todo allá arriba, en la montaña, y en pocos minutos el río y la quebrada comenzaron a tumbar tierra hasta cortarla en dos pedazos”, explicó Joana Montero, una de las vecinas.

En efecto, en dos sitios, la vía se derrumbó, en uno parcialmente, pero en el otro totalmente, imposibilitando el paso de cualquier vehículo, incluso a las personas, salvo aquellas que, ante la necesidad de llegar o salir de casa abrían caminos en los alrededores para cruzarlo.

“De aquí sacamos alimentos para Barquisimeto, como tomates, pimentones, cebolla, melones, pero ahora estamos trancados, no podemos sacar nada, a menos que nos echemos los sacos al hombro y caminemos por donde pasa el río”, agregó la ama de casa.

“Afortunadamente entre el domingo y el lunes no se había presentado ninguna emergencia con alguien enfermo pues nos veríamos obligados a sacarlo en hamacas o chinchorros”, agregó Juana.

Pero, además de la preocupación por la fractura de la carretera, entre los parceleros del Valle de Guamacire y de Cocodrilo, estaba el de que, hasta el mediodía del lunes, ni de la alcaldía de Iribarren, ni de Invilara, había llegado ningún funcionario y mucho menos maquinaria para tratar de abrir un paso provisional y terminar con el aislamiento de esas más de 300 familias.

“Aquí a los únicos que hemos visto son  a los que han tomado esta zona para botar basura y escombros y los volteos que siguen sacando arena y granzón del río”, manifestó otro de los presentes.

Informaron que sólo recibieron, el domingo, una comisión de Protección Civil, cuyos integrantes tomaron nota de lo ocurrido y, se presume, habrán levantado un informe para hacerlo llegar al o los organismos a quienes compete resolverle el problema del aislamiento a todas esas familias.

Mientras tanto, eran pocas las personas que podían salir de la zona, así como, aquellos que llegaban luego de haber pasado el fin de semana fuera, se encontraban imposibilitados de regresar a sus casas y sólo podían llegar hasta el segundo de los cortes de la carretera.

Del otro lado, un pequeño grupo de vecinos, integrantes de uno de los consejos comunales de la zona, con machetes, picos, palas y otros instrumentos agrícolas, trataban de abrir un camino por uno de los bordes de la quebrada para que las personas pudieran pasar al otro lado,. aunque con muchas dificultades.

Pero persistía el temor entre los habitantes de la zona por nuevos aguaceros como el dominical y que una nueva crecida del río Claro terminara de destruir la vía por la que deben transitar

“No es posible que nos tengan tan abandonados, que nadie de la alcaldía ni del concejo municipal de Iribarren se haya acercado por aquí a ver lo que nos ha pasado, si nos ahogamos, si no tenemos que comer o agua para beber, nadie ha venido a pesar de lo que pasó el domingo”, expresó Joaquín Salazar, otro de los vecinos.

Esperaban que acudiera alguien de la gobernación, con máquinas suficientes para abrir un paso provisional y terminar el aislamiento en que se mantenían este lunes desde hacía más de 24 horas, temiendo se perdieran los rubros agrícolas que tenían proyectado llevar a los mercados o centros de consumo en Cabudare, Barquisimeto, e incluso fuera del estado Lara.

Testimonios

Yusmari Giménez: Abandonados

Miembro del consejo comunal El Hombre del maíz, se quejaba, y con justificación, que hasta el mediodía del lunes no se había presentado nadie de la alcaldía de Iribarren ni de la gobernación para ofrecerles alguna solución a su problema de aislamiento en que se encontraban desde el domingo cuando el río y la quebrada, con sus crecidas, cortaron la carretera en dos sitios.

Nomar Azzato: Pérdidas

“Si no reparan la carretera, o al menos abren paso provisional, no podremos sacar nuestras cosechas de tomates, pimentones, melones, cebollas y otros rubros”, explicó el agricultor mientras, con machete, pico y pala, junto a otros vecinos, trataba de abrir un camino entre la maleza para que la gente pudiera salir o entrar al Valle de Guamacire y terminar el aislamiento.

Dilcia Colmenares: Denuncia

“Vamos a ir a la fiscalía de ambiente a denunciar la continuación del saque de arena del río, lo que hace que la corriente siga comiéndose la carretera hasta llevársela por completo”, dijo esta vecina, preocupada por la forma como la corriente, con cada crecida, arremete contra las bases de la única vía de la que disponen quienes residen en la zona.

Sol Ángel Pino: Canalización

También miembro del consejo comunal, pide, una vez más, al ministerio encargado del ambiente, autorice la canalización del río para que no siga corriendo hacia el este, por donde pasa la carretera.

Dijo que el organismo se ha negado reiteradamente a la petición de las familias que residen en las parcelas del valle, lo que impide a otros organismos actuar de acuerdo a sus necesidades.

 

 

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