Siempre que se vaya a hacer sonar la diana en referencia al baloncesto larense en sus últimos años, no sus albores, el nombre de Héctor Escobar, a secas, estará en primera fila del salón VIP al haber podido, riendas en mano, rebasar con éxito todos los obstáculos presentados, amén de su equipo de trabajo que, en relación directa al mote que lo caracteriza “Gato”, pudiera asociarse como la “pandilla”, sin sentido peyorativo, que hiciera célebre Hanna Barbera en una de sus tiras cómicas correspondiente al año 1961, con resguardo de los objetivos de cada uno.
El deporte de las canastas en Venezuela, por sus recientes conquistas sólo recibe frases almibaradas, alabanzas que soplan desde los cuatro costados y Lara, timoneada por Escobar ha sido factor fundamental en el desarrollo de ese proceso que, en revolcón de lo pasado ha podido emular conquistas como la de Portland cuando por primera vez se logró clasificar a unos Juegos Olímpicos, otrora Barcelona y en el presente Brasil 2016.
Los colores rojiblancos han nutrido los seleccionados nacionales y Escobar, siempre presente, ha asumido rol de guía al haber sido gerente de los combinados vinotinto en el exterior algunas veces y en territorio patrio otros.
Su voz, de baja reverberación, en respuesta a la cita periodística se oye entre las colinas de la pausa y la madurez en la mañana del jueves 14 en su nido de todos los días, el gimnasio Napoleón Rodríguez al costado oeste de la ciudad de Barquisimeto.
Hora exacta, 9.30 de la mañana, trajeado de oscuro, riguroso y ceremonial en los primeros cruces verbales. Más adelante, distendido hasta asomarse en la cresta de la conversación las primeras risas, entrecubiertas al igual que el rostro por el bigote, entrecano, grueso y extenso de comisura a comisura.
Los primeros driblings los hizo en solitario hasta que en un momento de la charla periodística, casi en fase agonística se incorporó Horacio Querales y al alimón, en reflejo fiel de la mentada “pandilla”, con rápidos desplazamientos terminaron de recalcar andanzas, decires, éxitos, buenos y malos momentos vividos en el deporte de las canastas.
Un camino, una vía
El camino en la dirigencia deportiva forjado por Escobar comenzó en la medianía de los años 70 al ingresar como entrenador en un Parque de Recreación Dirigida dependiente del extinto Consejo Venezolano del Niño, más tarde Instituto Nacional del Menor (INAM), en la que hizo carrera, tarea en la que se distinguió al subir peldaños importantes hasta gozar hoy día del necesario descanso.
Allí, en sus días iniciales recibió instrucciones de grandes maestros como Otto Acosta, Isaac del Moral, Jesús Ramos y Nieves y Agudo. Hoy, después de 29 años de servicio, con los últimos doce como director del Fortunato Orellana, está jubilado.
El clímax de esa etapa de formación vino en los I Juegos Nacionales Juveniles en agosto de 1978 en San Cristóbal cuando a la par con Víctor Trompetero, inextinguible entre escaques, encabezó la delegación de ajedrez que aportó dos de los oros con los que Lara, en tarea no repetida hasta los momentos, ganó esa primera edición. También, en las alforjas, para abultar el capital, un par de metales de plata y uno de bronce.
Más adelante, una primera “pandilla” en la que mienta a Rafael Borjas, el locutor Juan Cordero, Eligio Lizcano, Matías Aranguren y el desaparecido Arcángel Morales como los responsables, lo secuestran para insertarlo en el baloncesto, Liga de Iribarren, disciplina de la que no ha podido conseguir la llave o fórmula para desprenderse, caso contrario, cada día se siente más aferrado.
Recuerda Escobar, todavía en ausencia de Querales, que después de ser vocal un par de veces bajo la guiatura del periodista Orlando Oviedo, otrora presidente de Asobásquet, en seguimiento de las directrices del Colegio Nacional de Entrenadores, sigue su escalada en los cargos directivos hasta llegar a la presidencia, la cual ostenta desde el 2010 hasta el presente.
Tarea específica
Asumidas las riendas, cargas de trabajo y responsabilidades, Héctor Escobar, luego de darse un estimulante paseíto por la oficina, de nuevo, sentado, en algunas oportunidades, con preguntas y respuestas abordó temas específicos, con reborde del ranking nacional, porque desde que fuera creado hace ocho años, Lara, como entidad ha sido tres veces primera, igual cifra segunda y un par de ocasiones en el tercer lugar.
¿Fórmula del éxito?
– Trabajo y constancia ¿Un equipo?
– Las juveniles actuales, femenino, campeonas de los Juegos Nacionales en dos oportunidades consecutivas.
¿Un atleta?
– Diego Guevara fue su primera respuesta para el masculino, nombre al que agregó después de una pausa el de Giovanni Fraíno, Silverio Leal, Miguel Yépez y los hermanos Borromé, mientras que para el femenino agregó a María Elena Camacho y Nancy Ereú.
¿Retiro?
– Tajante la respuesta, “por lo momentos no hay”
¿Momentos cumbres?
– Los vividos con el femenino en los dos últimos Juegos Nacionales, Barquisimeto y Caracas al ser campeones
¿Un amigo?
– Arcángel Morales, ya fallecido, quien como militar me enseñó mucha disciplina, pero era muy estricto, como militar apegado a las órdenes y de eso si no capté nada porque me encanta el diálogo
¿Debilidades del básquet larense?
– En el femenino la estatura, aunque en los últimos años ha mejorado al ubicarse la talla entre 1.85 y 1.90, lo que nos ha obligado a reforzar la defensa y velocidad con una buena preparación física, tarea que en forma macro la conduce el director técnico Oscar Silva, sin olvidar al resto de entrenadores, la mayoría de ellos profesionales egresados del Pedagógico.
Entre los aciertos, Escobar destaca el funcionamiento de las Ligas tipo Conferencia lo que ha contribuido al desarrollo de la disciplina y la incorporación de los representantes, quienes brindan más apoyo logístico y económico para solventar el calendario, sin desconocer la permanente ayuda de Fundela, desde la administración de Alba de Lisboa hasta la de Telvis Torres y en los últimos años la labor conjunta con Guaros de Lara, representado en Jorge Hernández, su dueño, con quien se tiene una excelente relación.
En esos linderos transita Héctor Escobar, “Gato” de mucha vida, mote amoldado a las características de sus ojos que lo identifican plenamente a sus 60 años entre sus amistades, quienes conocen su peculiar estilo para bailar salsa y dejarse llevar por el eco y la sonoridad de las canciones de antaño, las chatarritas y con la verdad absoluta que el deporte “en lo económico no deja nada, eso sí, en medio de las derrotas, alegrías y tristezas, grandes satisfacciones”.