En los últimos días ha salido a la luz pública como un hecho escandaloso la profanación de tumbas de personajes importantes como lo fue el caso del sepulcro del expresidente venezolano Rómulo Gallegos, y más recientemente, el de niños del Hogar de Niños Impedidos (Honim) en Barquisimeto.
Sin embargo, en el Cementerio Nuevo de Barquisimeto el número de féretros desenterrados es considerablemente elevado.
Los cuidadores del lugar aseguran que este tipo de actos vandálicos se han vuelto cotidianos y nada nuevos en referido sitio.
Aseguran que, aunque no manejan una cifra exacta, se supera por mucho la treintena de tumbas profanadas.
“Se llevan las planchas de granito, sacan los cuerpos y dejan las urnas”, contó Aude Rodríguez, trabajador del cementerio por más de 15 años.
Aseguró que el personal se mantiene en el sitio hasta las tres de la tarde y de ahí en adelante empiezan a meterse para perpetrar las fechorías, aunque acostumbran hacerlo a altas horas de la noche.
Urnas violentadas y abandonadas, así como lápidas destrozadas, son parte de las evidencias que pueden apreciarse a simple vista en un recorrido por las calles del lugar.
“Esto empezó a verse a alrededor de dos años para acá”, acotó Rodríguez.
Van por los muertos viejos
Un ciudadano que no quiso identificarse, explicó que los profanadores son selectivos, pues abordan las tumbas de fallecidos de épocas anteriores ya que se acostumbraba a enterrar a las personas con pertenencias de valor.
“Algunos tienen planchas o dientes de oro, relojes y prendas de valor. También sacan los cráneos para utilizarlos en rituales de santería”, afirmó.
