Para recordar:“… y las repetirás… al levantarte y al acostarte…” (Deuteronomio 6: 6)
Desde que nos levantamos hasta acostarnos, sacamos a relucir nuestros hábitos:Buenos y malos. Pero… nunca falta un pero: Debido a la situación que estamos viviendo en Venezuela, algunos han tenido (algunos hemos tenido) que cambiar hábitos o aprender otros.
Nuestros costumbres tienen que ver con la forma de alimentarnos; como estudiamos o trabajamos; la manera de cuidar nuestro cuerpo y hasta lo relacionado con los valores espirituales.
Hace poco, nuestro amigo el ingeniero Julio Belisario, nos escribió por correo electrónico, e hizo aportes y comentario sobre un artículo que se nos publicó en este prestigioso diario EL IMPULSO, y dijo: “Otra cosa que vino a mi corazón, esta madrugada, cuando oraba es la siguiente: Dios permite la sordera y la ceguera para que se manifieste su poder, misericordia y gloria”. Allí le felicité, porque orar, es un buen hábito y si lo hacemos temprano, es mejor.
Hay personas habituadas a desayunar con un “guarapito”, refiriéndose al café, y si no encuentranla solapada droga, no desayunan más nada, y pasan el día muy mal; en lugar de sustituirlo por otro alimento, de mucha mayor calidad. Pero ¿será que estamos desayunando bien, si tan solo tomamos ese “guarapito?”
En psicología, el hábito es cualquier comportamiento repetido regularmente, que requiere de un pequeño o ningún raciocinio y es aprendido, más que innato (es.wikipeida.org). Algunos no saben cómo se forman los hábitos, pero la clave está en la Biblia, cuando Dios le dijo a Moisés que le comunicara al pueblo: “…estas palabras… repetirás a tus hijos, al levantarte y al acostarte… las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas las repetirás” (Deuteronomio 6: 4-9).
Dado el contexto, casi todos los animales se guían por sus instintos, aunque tengan un “cerebro muy complejo” (www.quo.es/naturaleza/el-cerebro-de-los-insectos).
El ser humano, al igual que los animales, puede usar el instinto desde el mismo momento de nacer, al buscar el alimento, por ejemplo. Y la diferencia, respecto a los animales, está en la capacidad de razonar.
De alguna forma, el avestruz aprendió a esconder la cabeza en un hueco ante el peligro; de la misma manera la humanidad se esconde cuando descubre que un mal hábito o situación, lo puede llevar a la tumba.
La Ley, citada en Deuteronomio 6, se refiere a los Diez Mandamientos. Si los practicamos posiblemente estamos lejos de adquirir malos hábitos.
Claro está: Lo malo, no se puede definir tan fácil, pero si todos tenemos una norma en común, llamaríamos a lo malo del mismo modo. Como dijimos: No dependemos de los instintos como los animales, sino también de nuestro cerebro, fe y razón, para seleccionar lo bueno, o lo malo.
Entonces, ¿cómo cambiar los malos hábitos?: 1º) Necesitamos reconocer nuestras debilidades o descubrir nuestros problemas. 2º) Propongámonos a cambiar. 3º) Pidámosle a Dios su ayuda, para vencer el mal hábito.
Hoy es un buen día para poner en práctica un buen hábito, con la ayuda del Eterno. Por ello, citamos al rey David, quien desde pequeño y en su hogar aprendió buenos hábitos, aunque cometió errores, dijo: “Encomienda a Jehová tu camino, confía en él; y el hará” (Salmo 37:5). Y recordemos: Cuando fallamos, perdemos una batalla, pero no la guerra.