Muchas personas viven una vida desperdiciada.
Van tras el dinero como si fuera un Dios, adorándolo, deseando tenerlo sin ganárselo. Desnudos venimos al mundo y sin nada nos marchamos. Ir detrás de él y sacrificar el alma en ese afán es un desperdicio total, es caminar por un sendero minado con los ojos cerrados.
Toda nuestra vida es una lucha constante por obtenerlo, amasarlo y guardarlo. Los familiares y amigos nos valoran de acuerdo a la cantidad de riquezas que poseemos. Es algo absolutamente absurdo, el éxito personal debe medirse por la felicidad que alcancemos, no por nuestras posesiones materiales. Ésta viene dada por la paz y armonía que nos rodea.
No se puede ser feliz en medio de guerras, disputas, ofensas, maltratos y demás. Por eso, la vida debe vivirse para encontrar paz en el corazón, paz profunda. Ésta la alcanzamos cuando cumplimos con las leyes naturales y nos sujetamos a Dios.
Somos felices cuando desarrollamos con éxito la misión que nos trae a este planeta. Hay muchas personas que pierden su alegría genuina al ir detrás de la riqueza o lo material, se hacen adictos a él y enloquecen por conseguirlo. Recordemos al apóstol Pablo quien decía que debemos hacer tesoros para el cielo, no para la tierra. En la medida en que crezcamos espiritualmente vamos llenándonos de la riqueza que no se agota nunca, que construye. El dinero, los bienes son codiciados porque casi todo el mundo se afana en tenerlos de manera mágica, instantánea, sin esfuerzo, sin trabajo y en ese deseo se pierde, porque es capaz de cometer ofensas contra su Creador con tal de conseguirlo: mata, roba, miente, se prostituye entre otras cosas.
La relación con él es otra cosa. Es positiva, cuando se trabaja honradamente poniendo el talento a servicio del prójimo, allí viene el éxito y con él el dinero. Ello corresponde a un estímulo, es un pago por un esfuerzo que produce mucha satisfacción al realizarlo. La relación es negativa cuando se obsesiona por obtenerlo a cualquier precio, cuando se pasa por encima de los demás y se violan las leyes naturales para poseerlo. Además, cuando se disfruta sin haberlo trabajado. Necesitamos poco: ropa para cubrir nuestro cuerpo y comida, también un techo y pocas posesiones, por lo tanto, no nos afanemos por la riqueza, lo material, la vanidad. Todo eso es efímero, lo verdaderamente valioso es la salud física y mental, la armonía. El dinero no es malo, sólo que lo que se sacrifique para conseguirlo.