Tito Núñez Silva: La poesía siempre buscará lo más sublime de la libertad

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Parece un lugar común pero en la realidad venezolana es pertinente recordarlo: la cultura es la salvación ante la barbarie; la esperanza en medio de la desazón y el aliento para un país dispuesto a mirarse más allá de sus incertidumbres.

Ante la cola, poesía; ante la escasez, el libro atento a la mirada; ante el silencio, la música del talento con sello venezolano; ante la desesperanza, cientos de creadores que reinventan la vida.

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En este contexto, la quinta edición del Festival de Poesía de Maracaibo, bajo el auspicio de la Alcaldía de la capital zuliana, es una buena noticia. Comenzó ayer y lo hizo en voz alta: Tito Núñez Silva, tan zuliano y tan larense, tuvo a su cargo el discurso inaugural, en acto convocado en el Museo Municipal de Artes Gráficas Luis Chacón, por invitación de la alcaldesa Eveling Trejo de Rosales.

Tanto Núñez Silva como la también poeta Yolanda Pantín, son los autores homenajeados en esta edición del Festival cuya clausura está prevista el jueves 14 de julio.

 

De la ciudad y el oficio

Tito Núñez Silva comenzó por agradecer. El protocolo oficial y el de los sentimientos así lo requerían. Señaló que los organizadores le pidieron, “con cortesía y sin intención de restarle libertad a estas palabras, que tratara de hablar de mis vivencias, de mi poesía y de mi nada extraordinaria biografía, más que de teorías o discursos academicistas y extensos.

Había colocado sobre el escritorio la Historia del Zulia de Juan Besson y libros de poesía, cuentos, novelas, ensayos, de mis amigos, algunos presentes. Evoqué clases, apuntes y libros de profesores y condiscípulos de los distintos liceos donde estudié, por causas que no vienen al caso, pero causas al fin, mi accidentado bachillerato.

Ubicados pues mis insumos, listo para iniciar la redacción, recordé la sugerencia de los organizadores y me pregunté si yo podría hilvanar un discurso breve que aparte de manifestar mi gratitud, también dijera algo de mi ciudad y del oficio por el cual estoy aquí”.

 

Santa Lucía queda cerca

Habló de una fecha, de nombres y recuerdos: Nació el 23 de enero de 1946, en la calle Pichincha, “muy cerca de la Cañada del Brasil, en la parroquia Santa Lucía, en cuyo templo fui bautizado por el padre Castellanos”.

Luego de este párrafo introductorio, Núñez Silva contó desde ese espacio íntimo de los afectos, la muy zuliana historia familiar: “Tanto mi familia paterna, como la materna, provienen de la costa nororiental del lago; el padre, de la cabecera norte del puente, Puntiguana, municipio Santa Rita;la madre, de “La Villa Procera” (Los Puertos de Altagracia), municipio Miranda”.

En este discurso, localizó el origen de su ser creativo: “De Los Puertos de Altagracia, artistas, poetas, educadores, provienen otros nutrientes de mis oficios. Cosme Novo se llamó mi bisabuelo, de origen ítalo-andaluz, como decir Mundo Nuevo, Nuevo Universo”.

Su poesía, “conciente o inconcientemente, o derivada de lo que llaman genesia cultural, es expresión del desarraigo. Provengo de vivencias etno-culturales agrarias, y dioses perversos o excesivamente generosos, introdujeron en las aguas donde navegué con mis tíos Ángel Francisco y Jesús Núñez, en la piragua Ceres y en el barco Caribe, cuya contextura robusta le permitía flotar más allá de San Carlos o Castillete, ennegrecidas manchas que destruían no sólo el origen de nuestras tribus, sino nuestra forma de ser, de comer, de bailar, de cantar y de amar.

He buscado por doquier aquellos barcos, cargados de colores, olores y sabores penetrantes, he buscado aves, peces y cocotales extraviados. Sólo los encuentro en la memoria, en los versos y cuentos, y en mis insomnios. Lo que no hallo en parte alguna es la ametralladora, otras veo amenazantes, mas ninguna como aquella, la que llegó en un ferry llamado Caroní o Colón o Caracas, o en barcos procedentes de puertos milenarios o míticos que sólo existieron en la mente confusa de un niño hoy envejecido”.

 

Poética eurocéntrica

Pero más allá de su propia historia poética, hay un desandar por la memoria colectiva, por ese nosotros que desde Maracaibo tiene una expresión nacional: “Una economía agraria, en nuestra región, asume caracteres lacustres, con un largo y polisémico historial de piraterías, anécdotas, y movimientos que con la entronización del rentismo petrolero, deshace identidades, mientras fragmenta o caricaturiza tipologías, que reproducen modelos nada cónsonos con lo que venía siendo un proceso sincrético natural, mestizo, con presencia aborigen y africana.

Más que con una poética autóctona nos encontramos con una eurocéntrica, salvo expresiones como las décimas y las gaitas, las cuales por su origen tampoco dejan de serlo, pero muestran una rebeldía a veces exagerada, frente a esa negación del origen, que cuando no se refugia en el humor o en la ironía flagelantes, toma formas nostálgicas de débil consistencia estética, aunque de innegable aceptación popular.

La relativa insularidad zuliana, superada en cierta medida por los proyectos viales, como el puente y las autopistas, mantienen en el imaginario colectivo una sensación de lealtad a lo pertinente, o en contraposición, la negación de lo que hemos sido como región y como parte de la pluralidad republicana, la cual, es decir el país en su totalidad, no escapa de las características que unifican la dependencia latinoamericana. Dependencia vinculada con la explotación petrolera.

(…) Maracaibo es la capital de esa dependencia durante todo el siglo XX y, de manera más aguda, como lo demuestran las empresas mixtas, la pérdida de soberanía política, económica, alimentaria y territorial, en los últimos diecisiete años. Hoy tal dependencia no es única de Estados Unidos, pues nos hemos atado a otros imperios que resultan más costosos y alejados, de los rasgos culturales comunes a la condición americana, a la lengua castellana y a la tradición occidental.

Ante el ya notorio fracaso del loable e idealista proyecto bolivariano, el cual desde el siglo XIX dispuso como propia y mensurable la territorialidad venezolana, cuyos límites iniciales han sufrido considerable disminución, Maracaibo, el estado Zulia, y el occidente de Venezuela han sido tocados por decisiones políticas y económicas que corresponden a conceptos geopolíticos neocolonizadores, que nos afectan en nuestro desarrollo y en nuestro perfil cultural”.

 

Palabra y libertad

Ante esta realidad, aplaude Núñez Silva, “el surgimiento de un movimiento poético como el que, con el apoyo de la Dirección de Cultura de la Alcaldía de esta ciudad capital, estimula la participación no sólo de los jóvenes; también de quienes creemos que estas expresiones orgánicas de la voluntad de pensadores, educadores y poetas, contribuirán al rescate y a la innovación de una poética que explore y alcance niveles de difusión y confrontación universales, ante la necesidad de emprender una campaña dirigida al fortalecimiento y la distinción de la espiritualidad colectiva”.

Advierte no creer en poesía y política “divididas en valoraciones de mayor o menor condición humana, pero sí que son antípodas, extremos históricos en constante movimiento y combate. Creo que la poesía siempre – oh, Sísifo – buscará lo más sublime de la libertad, y el poder intentará siempre controlar las alas poéticas; mantenerlas unas veces más cortas, otras más largas.

De las tijeras han hablado Mayakovski, al cortar sus alas de un balazo fulminante, y Roque Dalton, al ser ajusticiado por un aventurero político. De los nuestros, han volado alto Pío Tamayo y Antonio Arráiz, Valmore Rodríguez y Lydda Franco Farías. En la vida de ellos coexistieron en feroz lucha la poesía y el concepto de poder. Ganó la libertad.

El arte. Lo sublime. La vida ha enseñado que los opuestos pueden coexistir”.

El final, de nuevo un gracias infinito en la voz de Tito Núñez Silva por la oportunidad de hablar en nombre de la poesía, siempre deseosa de un lugar amable donde habitar.

 

Palabra y jornada

El V Festival de Poesía de Maracaibo que inició ayer y se prolonga hasta el jueves 14 de julio, rinde homenaje a los poetas Tito Núñez Silva y Yolanda Pantín.

Hoy, en el Museo Municipal de Artes Gráficas , continúan las deliberaciones con el foro Influencias y confluencias de la poesía venezolana.

Intervendrán, Yolanda Pantín (Caracas), Tito Núñez Silva (Maracaibo) y Carlos Ildemar Pérez (Maracaibo).

El martes 12, Núñez Silva conversará sobre Lo telúrico, lo amoroso y lo político: visión personal de las tendencias actuales de la poesía venezolana y el miércoles, tendrá lectura  y conversatorio, titulado Poemas de Piedralta.

El jueves presentarán el poemario Papá civil (Rótulo ediciones) de Carlos Ildemar Pérez y desde las seis de la tarde, en el Museo Municipal de Artes Gráficas, una jornada en tono poético con las voces de Eduardo Zambrano (Táchira), Tito Núñez, Carlos Ildemar Pérez, Adelfa Geovanny, Leisie Montiel y Lilia Boscán de Lombardi (Maracaibo); Luis Alejandro Contreras (Caracas), Mario Amengual (Maracay) y Néstor Mendoza (Valencia).

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