#opinion: Proliferación de “planes B” por: Leopoldo Puchi

Por lo general, cuando se habla de “Plan B” en el actual proceso electoral se alude a lo que pudiera hacer uno u otro comando de perder los escrutinios del 7 octubre, en el terreno de la calle y de la defensa de los resultados. Se piensa en un levantamiento militar o en una suerte de “primavera árabe”. Sin embargo, también hay otro tipo de “planes B” que han ido cobrando fuerza en la oposición: la adaptación 2ante unos resultados electorales favorables a Chávez.
La forma reiterada en que las encuestadoras dan como primera opción para el 7 de octubre a Hugo Chávez ha tenido como efecto que varios de los sectores que conforman la oposición han comenzado a elaborar sus propios planes para el caso en que tal eventualidad se concrete. Así que las reacciones frente a lo que ocurra pueden ser distintas y animadas por intereses particulares.
En la actualidad, el sector representado por Primero Justicia, Leopoldo López, Henri Falcón y, en el Zulia, Pablo Pérez, están abiertamente comprometidos con la campaña, a tal punto que sobre ellos reposa la imagen más visible de la oposición. No están centrados en la elaboración de un “Plan B”, sino en hacer campaña, y prestan poca atención a las encuestas.
Otros factores, como Acción Democrática, no están incorporados de la misma manera a la campaña, por diferentes razones, entre ellas, los obstáculos que dicen encontrar. En todo caso, han decido mantener el compromiso y cumplir lo más que puedan. Sin embargo, prestan más atención a “lo que vendrá” de concretarse los anuncios de las encuestadoras. Seguramente por esto se muestran más interesados en su desarrollo futuro y piensan en un plan de recuperación, bajo el modelo del PRI mexicano. En esta óptica, el “Plan B” de  AD consistiría, de ganar Chávez, en la ocupación de cuotas de poder, en gobernaciones y en algunas instituciones, como el Poder Judicial, a partir de su representación parlamentaria y su capacidad negociadora.
También hay otros factores, de menor importancia que, sin dejar de respaldar a Capriles, estiman que hay altas probabilidades de que se materialicen las encuestas, por lo que buscan un acuerdo para los próximos tres o cuatro años, que les permita insertarse en la administración o actuar como mediadores. En esa dirección se mueve especialmente Eduardo Fernández. En este cuadro de multiplicación de ”planes B”, los llamados sectores radicales, que anuncian un fraude electoral, están bastante solos en su visión, pues no aceptan ni las encuestas ni ven como natural que se hagan proyecciones que no sean las de ganar el 7 de octubre.
La elaboración, de manera dispersa, de todos estos “planes B” puede tener como efecto la distracción del esfuerzo opositor. Sobre todo, sino se analiza la situación de manera conjunta para elaborar una política única post-7. Todo indica que la respuesta de cada sector frente a tales circunstancias será distinta a corto y mediano plazo. Si la oposición no logra detener esta proliferación de “planes B”, corre el riesgo de desaprovechar en el futuro el inmenso caudal de votos con el que cuenta.