Desde hace muchos años los automóviles son parte de los bienes que casi todos desean tener. Es imposible examinar lo que ha ocurrido con las ciudades en los últimos 100 años sin relacionarlo con los automóviles y el enorme esfuerzo que se ha hecho para adaptar las ciudades al automóviles, aparte de las muchas nuevas ciudades que han sido pensadas desde el principio para ser ciudades para el automóvil.
Esta tendencia ha sido cuestionada en los últimos años. Se ha evidenciado, finalmente, la falsedad de una suposición que antes reinaba incuestionable: donde quiera que hubiera un congestionamiento se proponía ampliar el espacio para los automóviles. Finalmente resultó evidente que la congestión se repetiría en la medida en que al proveer de más espacio más automóviles tratarían de aprovechar el descongestionamiento y a la final la situación volvía a su punto inicial. La solución estaba en otra parte.
Además, el automóvil es un artefacto extremadamente contaminante tanto en gases toxicos, en ruido, en muertes causadas por accidentes, y, lo que desde el punto de vista urbanístico resultó ser muy grave: el automóvil es responsable del desparramo urbano, de los millones de hectáreas que han sido ocupadas por desarrollos de muy baja densidad, con viviendas unifamiliares en parcelas de más de 2.500 m2 por vivienda. Así se destruyeron áreas naturales y de uso agrícola, se prolongó enormemente el tiempo de viaje entre la casa, los centros de la ciudades, los lugares de trabajo y los de servicios. Además, la baja densidad habitacional de las periferias hace muy costosa servirla con servicios de transporte público lo que obliga a los residentes a depender del automóvil. También aumenta mucho el costo de las redes de agua, gas, electricidad y vialidadpor los cientos de metros que pueden existir entre casa y casa.
Los suburbios de baja densidad nacieron de la alianza entre los urbanizadores y la industria automotriz. Sin automóviles estas urbanizaciones no podrían existir ni funcionar.
Ante el fuerte cuestionamiento, los fabricantes de automoviles han tratado de adaptarse a los tiempos: estan desarrollando autos que usan motores alternativos: eléctricos, de gas, de hidrogeno, etc. También han reducido sus dimensiones y se está experimentando con los vehículos sin conductores, aparentemente más seguros pues estan siempre alertas ante la posibilidad de un accidente.
Y aunque los automóviles no desaparecerán del todo, la tendencia es a limitar su uso a ciertas zonas de la ciudad, a penalizarlos pecuniariamente por entrar a algunas partes, como ocurre con el centro de Londres y sobre todo, al aupar el uso de medios alternativos: el retorno al motor de dos piernas, a la bicicletas y los transportes colectivos: autobuses, trolebuses, ferrocarriles ligeros, etc.
Los ganadores son los ciudadanos que de repente, desde hace varios años, ven cómo se crean nuevos parque donde antes estacionaban o circulaban los automóviles, con su secuela de contaminación y accidentes. Ahora las ciudades se estan peatonizando y tras muchos años de ser confinados a las aceras, ahora los urbanitas son libres de deambular por las antiguas calzadas viales, de tomar un café a la sombra de una zona bien arbolada que antes no existía.
Los residentes de muchas urbanizaciones periféricas están regresando al centro de la ciudad a disfrutar de todos los servicios ahí existentes. Y las viejas urbanizaciones de baja densidad están siendo densificadas e incluso devueltas a su condición natural.
Claudio Beuvrin