Ante un gobierno que ha probado sobradamente su impericia para administrar los bienes de los venezolanos, se impone el legítimo derecho de la ciudadanía de sustituirlo por las vías constitucionales y democráticas, que son derecho de todos.
Hoy, cuando sentimos que a la actual administración se le agotó su tiempo de errar y evidentemente no quiere rectificar, la opción del referendo revocatorio ha sido masivamente aplaudida como propuesta para cambiar a quienes no tienen voluntad de corregir ni de reconocer sus numerosos errores.
Sin embargo, en uno de esos retruécanos sorprendentes que cotidianamente presenciamos los venezolanos, el Consejo Nacional Electoral “oficia” a la Asamblea Nacional, reservándose para sí la facultad de legislar en cuanto a referendos revocatorios, justamente cuando amplios sectores de la población nacional han comenzado a movilizarse para la consecución de las firmas necesarias.
La sorprendente e inesperada acción del CNE tiene varias aristas. En primer lugar, se erige por encima de los ciudadanos, los mismos a quienes el gobierno llama “el soberano” solamente cuando le conviene. Y es que esa misma ciudadanía, aparte de su poder originario, está protegida bajo la Constitución Nacional en cuanto a su facultad de solicitar convocatoria a un referendo mediante la recolección de firmas.
Por si fuera poco, también invade las facultades del Legislativo, buscando desplazarlo en las funciones que le son naturales, y creando un estéril conflicto de poderes –otro más-, cuando lo que necesita el país es que todos rememos urgentemente en la misma dirección.
Recordemos que el Artículo 187 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela enuncia, en el numeral 1: “Corresponde a la Asamblea Nacional: Legislar en las materias de la competencia nacional y sobre el funcionamiento de las distintas ramas del Poder Nacional”.
En este sentido, toca al CNE emitir la planilla oficial de recolección de firmas para la solicitud del refrendo revocatorio presidencial, y deben hacerlo en un tiempo perentorio. Empeñarse en cualquier tarea distinta a esta, es intentar buscarle sin éxito la quinta pata al gato, ya que todos los caminos conducen a Roma y lo que queda es ocuparse de facilitarle a los venezolanos la expresión de su voluntad amparada por la Constitución Nacional.