La pantalla sin borde, ilimitada de la naturaleza que ofrece el espectáculo de vivir la película en tercera dimensión, sin tarifa de entrada, unos sujetos vieron el filón de riquezas. Esos sujetos, siempre han sido muy pocos, se les ocurrió hacer una pantalla. Con tal fin la construyeron con bordes, limitada, y con unos aparatos de filmación y de proyección que fabricaron nació el cine, consiguieron sus objetivos. La novedad cundió cuando se iniciaron las proyecciones. La gente compró entradas y fue a ver en ellas el espectáculo. Los sujetos percibieron sus primeras riquezas. Pero, aun así, los sujetos demostraron su inconformidad porque la gente de la familia no asistía en su totalidad las proyecciones. Entonces, los sujetos buscaron otros medios para que nadie de la familia dejara de ver el espectáculo: Ese otro medio fue la televisión. Como es natural, había que reducir considerablemente la pantalla. Las proyecciones por este medio no necesitaban entradas.
Se confeccionarían pantallas más limitadas y las llamaron televisores. Los espectadores llevarían el cine a su casa, pero todos los gastos correrían por cuenta del espectador: comprar televisores, pagar el consumo de energía de estos aparatos. Los ingresos de riquezas mejoraron ostensiblemente. Pero los sujetos en un análisis de mercado comprobaron que algunos miembros de las familias en las casas no se interesaban por mirar la televisión. Esto para los sujetos, significaba una pérdida cuantiosa de dinero. No se rindieron, a pesar de que la televisión había aumentado considerablemente el número de personas que se la pasaban pegados al televisor, sin considerar la pérdida de tiempo, mirando programas. Ingeniosos los sujetos, inventaron una pantallita que se podía sostener en la palma de la mano; es una pantallita muy limitada que dieron en llamar celulares. Fue toda una estratagema muy efectiva. Sin excepción, ahora, todos en la familia tienen sus celulares. Satisfecha la ambición por la riqueza de los sujetos, los ingresos por concepto de venta de estas pantallitas son fabulosos, hasta el perro de la familia tiene su suya. Ahora no sólo hay que comprar el aparatico; también se compra, a cada momento, la llamada «tarjeta»; debe proveérsele periódicamente de baterías, y comprarle además un cargador. Este cargador debe enchufarse de continuo para que funcione la pantallita. Son muy contados quienes no lo usan; el mundo entero se olvidó del espectáculo gratuito de la pantalla natural. Ocupados como viven con la pantallita, ahora la gente no puede mirar adelante ni a los lados. Perdieron su erguida verticalidad. La columna se ha modificado en la base de la nuca, y ahora todos andan con la cabeza adelantada,como sí anduvieran buscando alguna cosa. Lo grave de todo es la alienante dependencia. Y ¿los sujetos? Se hicieron millonarios.
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