Llueve… pero escampa – El hazmerreír revolucionario

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En política todo el que respira, aspira. Sólo en este país tenemos a un gobierno que pide que no se les opongan, sino que sumisamente colaboren para instaurar un esperpento político, que ya fracasó en el mundo, y que gracias a una cúpula de resentidos, quejosos, colaboradores y desadaptados lo han intentado desde 1998.

Esos que exigen a quienes los adversan que los apoyen para construir “patria” (la de ellos), son los mismos que cuando les toca ser minoría son capaces de sabotear con el solo propósito de arruinar y estropear cualquier iniciativa porque no proviene de las retorcidas mentes revolucionarias.

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Es por ello que un individuo que dice ser lo que no es, y que de paso se lo cree, porque se hace llamar obrero sin haber trabajado, presidente a pesar del origen dudoso y su paupérrimo desempeño y cuya nacionalidad no ha podido, ni ha querido demostrar, se le ocurrió que la mejor forma para salir de la crisis que padecemos es acabar con cualquier forma de productividad.

Nicolás Maduro está convencido que para acabar con el desabastecimiento de alimentos lo mejor que puede hacer es asfixiar a una de las pocas empresas, por no decir la única, que producía en el país, con la manida excusa de que ellos no tienen una hectárea cultivada y que no producen sino que manufacturan, lo cual es propio de gente que no ha entendido que la Revolución Industrial ocurrió entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX, por lo que se empeñan en mantenernos en el más oscuro atraso medieval.

Indignación, rabia e ira
También le dio por hostigar a la casa donde se hacen las leyes y a ese inventó de otra Revolución (de las verdaderas): la separación de poderes. Para ello les niega el presupuesto de manera que no puedan funcionar o siquiera pagar los sueldos, actitud muy propia de un falso obrero contra auténticos trabajadores, y de ñapa ordena cortarles el suministro eléctrico para que se sepa quién tiene el alicate y donde reside la iguana saboteadora.

Venezuela vive una crisis de pronósticos reservados, que se refleja en todos los ámbitos, especialmente en el campo eléctrico. Los países del Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Omán, Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes, Bahréin) que gozan de la misma bendición petrolera que nosotros, que están en desiertos similares a lo que el chavismo convirtió al Guri y que no disponen de un solo vatio hidráulico, no han implementado ningún plan de administración de cargas. Pero aquí han demostrado ser incapaces y solo les ha quedado racionar.

De verdad que uno no termina de entender cómo iban a poner a funcionar los miles de kilómetros de vías férreas que medio construyeron a menos que pensaran propulsar los trenes con burros y más burros.

El bochorno llega a tanto que implementan un cambio de huso horario pero se les olvidó que debían coordinar seis meses antes con los entes reguladores internacionales. No era nada más mover las manecillas del reloj.

Por eso los venezolanos que hemos recorrido, por 17 años, este largo subterráneo de torturas y sufrimientos que es el chavismo, salimos por millones para, en pocas horas, recoger las firmas que permitan el inicio del fin de la revolución. No se trató de una bailanta, ni de un partido político o de ensalzar al promotor del revocatorio, fue la expresión soberana de indignación ante la roja ineptitud gubernamental y sus 14 motores fundidos, para que terminen como lo que son: el hazmerreír revolucionario.
Llueve pero escampa

Por Miguel Yilales

@yilales

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