A quienes semanalmente nos corresponde escribir artículos de opinión para Venezuela y el resto del continente, se nos hace difícil abandonar la candente temática política y social, así sea circunstancialmente. En esta oportunidad lo hacemos para rendir dos testimonios póstumos por sentidas pérdidas de estos días.
En primer lugar quiero referirme al fallecimiento de doña Lilia Silva de Machado, cabeza ejemplar de la familia de Luis Rodolfo Machado, fallecido hace bastantes años. Para todos ellos envío un fraternal abrazo de solidaridad. Además de la amistad personal nos unió la pasión por el béisbol y nuestro amor nunca disimulado por nuestra escuadra insignia, las Águilas del Zulia. Nos acostumbramos a verla siempre en el palco preferencial detrás del home. Allí la visitamos muchas veces o simplemente nos acercábamos a saludarla. Sin duda alguna, fue una gran mujer. Amable, discreta y de una firmeza impresionante.
Recuerdo que en alguna oportunidad le pregunté si ella estaría dispuesta a vender la mayoría accionaria del equipo. Estaba enterado del interés de varios grupos económicos y personalidades de Maracaibo y de Caracas en adquirirla. Me impresionó enterarme de que ella tenía tanta o más información que yo mismo. Me dijo que mientras ella viviera el equipo no se vendería. Punto final a la conversación sobre el tema.
Pero lo que pocos en el país entienden es lo que significan las Águilas para los zulianos. Son muchas cosas al mismo tiempo. Básicamente el instrumento canalizador del fervor y la pasión existente alrededor del béisbol, suerte de religión popular revivida por las Águilas una vez desaparecido este deporte profesional a principios de la década de los sesenta cuando terminó la Liga Occidental. Junto a don Luis Rodolfo y sus hijos y al resto de accionistas originarios, hicieron posible el milagro. Me pareció un justo acierto de la Liga anunciar que el próximo torneo será en su memoria. Merecido gesto.
En segundo lugar, sin haber tenido tiempo para recuperarnos del primero, nos enteramos del fallecimiento de Susana Duijm, Miss Mundo 1955, eterna reina de los venezolanos de todas las generaciones que desde entonces a esta parte, hemos seguido de cerca las jornadas cumplidas por nuestras reinas de belleza en el mundo entero. Susana fue una verdadera amiga. Sincera y colaboradora activa en todo cuanto se le requería para el bien del país. Mucha gente puede dar fe de cuanto digo. Lo hago como persona y también puedo dar fe de sus colaboraciones con la Gobernación del Zulia, en mi época.
Hoy dejamos tranquila a la política. Simplemente elevamos nuestras oraciones para que El Señor las tenga en la gloria, a su lado, como lo merecen ambas.