Reflexión – Blasfemia Parte I

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La palabra blasfemia viene del griego Βλασφημια que traduce injuriar. Etimológicamente significa, palabra ofensiva, injuriosa que se dice contra Dios o las cosas sagradas. Hoy, todavía, en el marco de la crisis que se vive en este país quien sabe hasta cuándo, es propicia la ocasión para estudiar un poco esta palabra, por cuanto sabiendo, podemos acercarnos más a Dios y alcanzar pronto y oportuno socorro. Y para eso, Dios, nuestro Señor Jesucristo, nos dejó la persona del Espíritu Santo como el ayudador, el consolador.

Pero el enemigo de la verdadera paz en los corazones de los hombres, no descansa para tratar de aparatarnos de Dios. Les cuento. Hace tiempo, escuche de la boca de jóvenes que estudiaron las Sagradas Escrituras con nosotros, con quienes anduvimos juntos «pateando» las calles en barriadas populares para consolidar a los vecinos en el mensaje de Salvación de nuestro Señor Jesucristo. Que les vimos crecer espiritualmente, casarse, tener hijos y ser líderes sólidos de nuestra iglesia, blasfemar contra la persona del Espíritu Santo. Y eso fue extremadamente triste.

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Sí, algo sucedió que estos líderes de pronto decidieron que la Persona del Espíritu Santo era solo una fuerza energética que actuaba independientemente de Dios. Y que ya no creían en un dios paloma. ¡Qué horror! Dejaron su mente abierta a la influencia de Satanás y les pasó lo de Judas: entró en ellos. Sí, hay cristianos que sienten saben demasiado por lo cual quedan expuestos a ser víctimas de su propio yo.

El apóstol Pablo les recuerda cómo los grandes líderes se derrumbaron de manera estrepitosa por confiar en su «propia sabiduría». Dice claramente. «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos». 1 Cor.10:11.

Tristemente, estas personas olvidaron que uno de los ataques más peligrosos que el diablo ha armado contra Dios y sobre todo contra los cristianos, es desacreditar la persona del Espíritu Santo.

Menospreciarla y hasta burlarse de ella para que el ser humano no acuda a ÉL y sepa que tiene un intercesor poderoso y amoroso. «Pero el Espíritu Santo mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles». Rom.8:26. Si estos jóvenes tan solo se hubiesen detenido a meditar en esa palabra: gemido, no hubiesen caído en la trampa de Satanás.

Cuando nosotros investigamos el significado de la palabra «Gemir», nos indica que es un verbo intransitivo. Es la acción que indica sufrimiento, dolor, pena. El Diccionario lo define así: Gemir es «Expresar el dolor con voces quejumbrosas», «Sollozar, quejarse, emitir sonidos de dolor o pena».

Entonces, la pregunta que uno se hace es ¿Cómo una fuerza, o una energía, como ellos dicen es el Espíritu Santo, puede gemir, puede expresar sufrimiento, dolor, angustia con voces quejumbrosas?. Eso es absurdo.

Cuando La Biblia dice que vendrá otro Consolador. Otro viene del griego állos, «otro de la misma clase».

Jesús mismo era un Consolador. Entonces, es una persona, es el mismo Dios, que por amor a la humanidad toma la figura del Espíritu Santo para habitar con nosotros y ayudarnos en nuestra vida espiritual. En cualquier situación que podamos estar viviendo hoy. Cuando surgen estas dudas, solo debemos buscar el arbitraje divino para ponernos claros y poder ser bendecidos. Continuará…

¡Hasta el próximo martes Dios mediante!

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