Nos dice la palabra: “Si alguno quiere seguirme, que tome su cruz y me siga” (Lc. 9,23). Porque Cristo muere en la cruz, y desde allí nos redime y nos salva.
Jesucristo, ya lo había anunciado: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los Sumos Sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día” (Lc. 9,22)
Para ello, el Señor entra libre y gozosamente a Jerusalén. El no rehúye a la prueba; la acepta como la voluntad de su Padre Celestial, desde el camino redentor. Soporta la agonía en la cruz, hasta decir: “Todo está cumplido”; no pide clemencia, ni recurre a su poder Divino, para acabar con aquella tortura, sino muere perdonando, y perseverando hasta el final, a pesar de las burlas, maltratos y abandono de gran parte de los suyos. Cristo se abraza a la Cruz, hasta el final. Fue fiel a su misión, y a la voluntad del Padre, expirando en la Cruz para asumir nuestras culpas y redimirnos.
Por eso el Divino Maestro, nos dice quien quiera seguirme, tome su cruz y sígame.
Nuestra cruz es el proceso de discipulado en Cristo, en donde debemos aferrarnos desde la gracia al esfuerzo por vencer el pecado, es decir, el egoísmo, la soberbia, la avaricia, la violencia, la mentira, las pasiones negativas, a fin de crecer en los criterios de Jesús, o sea: el amor, la justicia, la verdad, la unión, el respeto por los derechos humanos, digna visión de la sexualidad, valoración de la familia, amor al trabajo honesto, libertad y democracia, paz, firmeza en la enfermedad. Por ello, debemos seguir esta línea de puesta en práctica de los valores y rechazo a la maldad y a los vicios; significa tomar la cruz de cada día, desde el sacrificio, la convicción y la oración para hacer la voluntad de Dios, y no apartarnos de esa actitud, más allá del dolor, la angustia, el fracaso o la incomprensión.
Ser fieles a Cristo, nos cuesta y nos exige; pero es el único camino a la resurrección; busquemos diariamente la madurez cristiana, la santidad de vida, y conquistaremos la victoria de la salvación.
Así Jesucristo, nos sigue diciendo:”Quien quiera ser mi discípulo, tome su cruz y sígame”.
Evangelio
Lucas (9,18-24): Una vez que Jesús estaba orando, en presencia de sus discí- pulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro dijo: «El Mesías de Dios.» Él les prohibió decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho,…, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» Y, les dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.» Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Santo Padre
El Papa invita a rezar el Padre Nuestro y perdonar de corazón a los que hacen daño
El Papa Francisco habló de la importancia de rezar el Padre Nuestro teniendo siempre presente que somos hijos de Dios y perdonando a aquellos que nos han ofendido.
…“Jesús se dirige siempre al Padre en los momentos fuertes de su vida” porque conoce que es un Padre que “sabe qué necesitamos antes de que nosotros se lo pidamos”. Se trata de uno que “nos escucha en lo escondido, en lo secreto, como Él, Jesús, aconseja orar: en lo secreto”
“Ninguno puede decir ‘Padre’ sin la gracia del Espíritu. ‘Padre’ que es la palabra que Jesús usaba en los momentos más fuertes: cuando estaba lleno de alegría, de emoción: ‘Padre, te doy gracias porque me has escuchado’; o después al final, en los momentos finales de su vida, al final”.
El Papa también dijo que se puede rezar a la Virgen, a los ángeles y a los santos, pero “la piedra angular de la oración es Padre”.
…en esta oración también se encuentra la palabra “nuestro” porque “somos hermanos, somos familia”. Es importante “la capacidad de perdón, de olvidar, olvidar las ofensas,…y no ir al rencor, al resentimiento a la venganza”. …‘Padre’ y ‘nuestro’: nos da la identidad de hijos y nos da una familia para ir juntos en la vida”.