Venezuela sólo nos tiene a nosotros, porque iremos a la elección en un momento de aislamiento internacional. Desde una perspectiva diplomática, nuestros puntos cardinales son Washington, Madrid, Bogotá ,Brasilia y La Habana, y pareciera que ninguno está en posición de intervenir.
Obama no puede abrir otro frente y menos en campaña. Encara una crisis diplomática grave, desencadenada tras el ataque a sus embajadas en varios países islámicos. La Primavera Árabe le ha despojado de aliados importantes, como Egipto, mientras la relación con Irán sigue empeorando y Netanyahu continúa presionando por una intervención militar. Los demócratas no arriesgarán los precios de petróleo antes de la elección, ni desperdiciarán esfuerzos en Venezuela. De la Casa Blanca sólo podemos esperar un par de comunicados.
La crisis financiera en España ha desgastado su influencia diplomática. Rajoy, aunque amigo de PJ, debe medir sus palabras. En el contexto económico en que gobierna, no puede poner en riesgo los capitales españoles en Venezuela. Madrid está neutralizada.
Santos domesticó a Chávez (quién sabe qué le habrá sacado a Makled o a las computadoras de Raúl Reyes) y ahora le es útil para las negociaciones de paz con las FARC. Sin guerrilla, la Venezuela revolucionaria e improductiva es el mejor vecino para la industria colombiana, incluyendo la petrolera. Bogotá no se inmutará.
Brasilia está salivando por las delicias que le esperan tras la entrada de Venezuela al Mercosur. Petróleo barato y un mercado cautivo para sus exportaciones. Escuché a Moisés Nahím decirle a unos amigos brasileros que, “como todos los países, ellos también tenían derecho a vender sus principios, pero no tan barato”. Evidentemente, Dilma no tiene la misma opinión.
De Cuba no espero sorpresas, hasta donde se deja ver, no le conviene saltar la talanquera. “Amor con amor se paga”, por ahora.
Venezuela sólo nos tiene a nosotros, pero somos un pueblo dispuesto a liberarse de las cadenas. Basta y sobra.
@yongoicoechea