Al menos 30 civiles murieron y decenas resultaron heridas el jueves por la explosión producida tras un ataque aéreo en una estación de servicio en el norte de Siria, según una ONG, en una nueva jornada de violencia en la que los rebeldes dicen que derribaron un helicóptero en la periferia de Damasco.
Dieciocho meses después del inicio de la revuelta contra el régimen del presidente Bashar al Asad que se transformó, en respuesta a la represión, en verdadera guerra civil, murieron de forma violenta unas 29.000 personas, entre ellas más de 20.000 civiles, según el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
La explosión de este jueves tuvo lugar en el pueblo de Ain Isa, en la norteña provincia siria de Raqqa, según la misma ONG.
«Abogados y activistas en esta zona señalaron que la explosión se debió a un ataque aéreo», informa el OSDH, organización con sede en el Reino Unido que se apoya en una red de activistas, letrados y médicos.
«Al menos 30 personas murieron y 83 (fueron) heridas, hay pero informaciones no confirmadas que dan cuenta de más de 50 muertos», declaró a la AFP el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.
«Esta estación de servicio es la única que funciona en la zona, y estaba llena a rebosar», afirmó un activista de la provincia contactado a través de Skype por la AFP. «Fue alcanzada por un avión de combate».
Este activista, que dice llamarse Abu Muawiya, acusó al ejército de intentar matar al mayor número de civiles posible.
«La única razón que puede llevar a bombardear esta estación con un avión de combate es matar al mayor número de personas posible», estimó Abu Muawiya.
No se han podido verificar estas acusaciones a través de una fuente independiente.
El OSDH indicó también que un helicóptero fue «derribado por combatientes rebeldes» en el sector de Tal al Kurdi, cerca de Damasco (al noreste de Damasco), una ciudad cuyos habitantes son conocidos por apoyar a los insurgentes.
Según la televisión estatal, el accidente fue consecuencia de un contacto en pleno vuelo entre el helicóptero militar y un avión de línea siria que transportaba a 200 pasajeros y que pudo sin embargo aterrizar sin problemas.
Desde el inicio de la revuelta, la rebelión anunció en varias ocasiones haber derribado helicópteros o aviones del ejército que bombardeaban sin dar respiro sus posiciones.
El Consejo Nacional Sirio (CNS), principal coalición de la oposición, indicó que unos helicópteros habían bombardeado el jueves el barrio de Hajar al Aswad, en el sur de la capital, que declaró como zona «siniestrada» al igual que los de Qadam, Asali y Tadamun (sur) después de dos meses de violentos enfrentamientos acompañados por intensos bombardeos.
El CNS renovó su llamamiento a la comunidad internacional, al estimar que su «repuesta a lo que ocurre en la ciudad más antigua del mundo (Damasco) es completamente insuficiente».
Una militante de Damasco que se hace llamar Alexia declaró a la AFP que las ejecuciones eran corrientes en sectores retomados por el ejército e indicó que «la gente sigue descubriendo cuerpos en las calles».
Según la Comisión General de la Revolución Siria (CGRS), que confirma que el sur de la capital está «siniestrado», «más de 200 personas» murieron a manos de las fuerzas del régimen desde principios de septiembre.
También en el sur de la capital, tres personas murieron cuando las fuerzas del régimen asaltaron un campo de refugiados palestinos de Yarmuk, al que habían huido los habitantes de Hajar al Aswad, afirma la OSDH.
La televisión por su parte informó sobre la detención en Yarmuk de «más de 100 terroristas» e hizo referencia a los insurgentes.
En el frente diplomático, este jueves se reunieron en La Haya representantes de unos sesenta países y de la Liga Árabe para reforzar la coordinación de las sanciones contra el régimen de Asad.
Entre las numerosas medidas aplicadas por la Unión Europea, Estados Unidos y la Liga Árabe figuran embargos sobre el petróleo y las armas, sanciones financieras y prohibiciones de viajar contra el presidente Asad y miembros de su familia y su gobierno.
«El régimen y sus apoyos están intentando evitar las sanciones, así que debemos trabajar juntos con socios privados y públicos, compartiendo informaciones», dijo el ministro de Relaciones Exteriores holandés, Uri Rosenthal.
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