Internacionalmente el nombre de Venezuela volvió a resaltar, ahora con acuerdo conciliador tomado en reunión en Washington del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), no obstante el tosco comportamiento del inmaduro presidente, sostenido militarmente con apoyo de Cuba.
Bien puede interpretarse como transacción impuesta del mandatario argentino Mauricio Macri, al embajador presidente del mencionado organismo, Juan José Arcuri, por intereses unilaterales. Trata de rectificar su política frente al autoritario régimen y acelerar campaña de llevar a su canciller Susana Malcorra a la secretaría de la ONU. Actuó en convivencia con el México que trata de recuperar confianza ante problemas como de 43 estudiantes normalistas desaparecidos en septiembre de 2014.
Cierto es que hace juego al régimen que se proclama vencedor y se empeña en desviar la atención sobre la solicitud del secretario general de la Institución, Luis Almagro, de invocar la Carta Democrática Interamericana.
A consultar con Raúl Castro viajó a la isla antillana el (in) Maduro y el dictador le felicitó por la «victoriosa batalla», pero le advirtió la OEA es un instrumento de dominación imperialista.
Fiel a los postulados castrocomunistas el paisano impuesto en la Presidencia, en menosprecio a la aprobación del citado acuerdo del dialogo, ordenó denunciar al Parlamento ante el TSJ (Tribunal Subalterno de Justicia) por «usurpación de funciones». Con las consignas “viviremos y venceremos, independencia y patria socialista” el camarada Vladimir Padrino López, general en jefe ministro de la Defensa se suma a la acometida, en comunicado
Concreta el vicepresidente Aristóbulo Istúriz: “La OEA está vencida. En estos tiempos sobra y está demás. Es el ministerio de colonia de EEUU. Un instrumento para tratar de coaccionar y poner una camisa de fuerza a los países de la región para conservarlos como su patio trasero”.
Y arremete contra el acuerdo que celebran como triunfo, el cual se fundamenta en el diálogo impulsado por los expresidente José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá).
“Ellos le quieren meter una patada al diálogo. Les interesa la violencia. No quieren transitar el camino democrático” –precisa Istúriz.
Con hipocresía descalifican la visita autorizada a Rodríguez Zapatero al líder Leopoldo López, prisionero en la cárcel militar de Ramo Verde, con falsa imputación del nefasto ministerio público, tal lo afirma el fiscal obligado a la acusación. El ensañamiento del castrense madurista, sólo permitía visita y con humillantes limitaciones a su cónyuge, hijos y progenitores.
De haber ganado con la decisión como pregonan deben hacerla propia y por tanto cumplir cuatro puntos acordados. Allí se resalta la exigencia de diálogos abiertos, respeto con apego a la Constitución, los derechos humanos y “de manera oportuna, pronta y efectiva a la solución de las diferencias y la consolidación de la democracia representativa”.
El consenso fue unánime, aunque Paraguay expresó su protesta, lo cual le costó cobro de deuda por el régimen. Al jefe de gabinete del secretario general, Almagro, “amablemente” lo vetó Alcuri. Calificada por muchos de tibia, generó fuerte rechazo y muchas dudas y para no pocos dista de la opción por la Carta Democrática.
De aceptar que perdieron, tanto para el régimen como para la oposición deben reflexionar que así también se gana.
Al margen. Medio siglo cumple este 24 julio el arribo por Tucacas de primera invasión de Fidel Castro. La comandó Luben Petkoff con 14 militares cubanos, entre ellos el héroe de la revolución Arnaldo Ochoa, ejecutado en 1989 por el tráfico de drogas.