Diablos Danzantes de Yare siguen presentes en las tradiciones venezolanas

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Hoy se celebra la tradicional fiesta de los Diablos Danzantes de Yare, una manifestación popular religiosa con más de 300 años de tradición, arraigada en varios estados del país como Aragua, Vargas, Guárico, Miranda, Cojedes y Carabobo. Es una mezcla de las culturas indígena, negra y española.

Fue declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad en diciembre de 2012, después de 10 años de evaluación y documentación ante la UNESCO, hecha a través del Instituto de Patrimonio Cultural de Caracas.

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Su característica más resaltante es, la devoción mostrada por sus participantes a cumplir las promesas, las cuales normalmente son por asuntos de salud (largas y raras enfermedades, difíciles de curar o accidentes que pusieron en riesgo sus vidas).

San Francisco de Yare es una población de los Valles Mirandinos o Valles del Tuy, debido al principal Río que a traviesa la zona (Río Tuy), a hora y media de Caracas aproximadamente.

Es un acto de representación del bien contra el mal, en el que los diablos danzan en procesión por el pueblo hasta la puerta de la iglesia, y se preparan desde la noche anterior en una vigilia, acompañada por el canto de fulías, recital de décimas y rezos de salves y rosarios, hasta el amanecer, para comenzar al día siguiente con todo el ritual. Al amanecer salen los diablos en procesión hasta el cementerio, en el que realizan un baile de homenaje a los diablos difuntos y solicitan permiso para comenzar la celebración. Una vez otorgado el permiso caminan de regreso hasta la puerta de la iglesia (dado que el diablo no entra a la iglesia), donde quedaran postrados mientras el párroco oficia la misa del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo) representado a través del Santísimo Sacramento. Durante la misa son bendecidos y proclamados los nuevos promeseros, que a partir de ese momento comenzarán a participar hasta cumplir su promesa. A finalizar la misa sale la comisión eclesiástica con el Santísimo Sacramento en procesión, haciendo retroceder entre danzas, tambores y maracas a los diablos congregados en las puertas de la iglesia, hasta hacerlos caer rendidos al final de la procesión, por lo que durante la danza van bajando sus máscaras hasta tocar el suelo en señal de rendición. Sus trajes rojos y sus vistosas y coloridas máscaras, la fé con que participan los promeseros, diablos danzantes y hacen de esta celebración una verdadera muestra del encuentro cultural que tuvo lugar en nuestro país con la llegada de los españoles.

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