Destaca globalmente la tenacidad libertaria de Venezuela ante un creciente embate totalitario. Una gran masa supera tres lustros desafiando a quienes ponen la democracia al servicio del abuso tiránico.
Comenzando por cacerolas que sonaron a los 300 días del llamado “proceso”, y promediando más de 1.400 manifestaciones anuales desde 1999, el espíritu de protesta crece de manera exponencial, y hoy abarca a una mayoría abrumadora de la población – mientras que el régimen ha sido incapaz de aumentar su número de seguidores desinteresados en todo este largo trayecto.
Faltan etapas por superar, pero asombra la perseverancia de las mayorías en transitar vías pacíficas, democráticas y constitucionales, aún frente a groseras provocaciones que en otras latitudes han generado violencia descontrolada.
Una resistencia tan amplia, espontánea, diversa y sostenida en el tiempo inevitablemente comete grandes errores, entre ellos:
Prodigar desmoralizadoras referencias a Cuba. La gerontocracia cubana sin duda influye y aporta experticias represivas, pero difícilmente controla el destino de otro país más grande y más rico, y menos estando en plena decadencia.
Intentar tácticas fallidas, extemporáneamente importadas para una sociedad con características muy particulares, entre ellas las inspiradas en la caída de Ceausescu, huelgas “generales”, “abstenciones deslegitimadoras”, “guarimbas”, y “veranillos árabes”.
Usar imprudentemente redes sociales esenciales para comunicar mensajes de la dirigencia emergente en medio de un “blackout” comunicacional – pero que también son vectores de contaminación informativa de parte de agentes del régimen.
En las redes campean espontáneos que pontifican imprudentemente sobre tácticas y estrategias bajo la minuciosa vigilancia totalitaria; pululan críticos de oficio y rondan fantasmas de etapas superadas, impulsando protagonismos, fomentando disensiones y cobardemente descalificando a dirigentes que dentro de Venezuela trabajan con denuedo por superar la pesadilla.
La ruta pacífica, constitucional y democrática también cuenta decisivos aciertos: Hoy existe una legislatura reconocida globalmente por legítima y soberana, y se sostiene la insistente presión de una sociedad moderna y mayoritaria, con dirigentes que (sin pretender infalibilidad) demuestran altura de miras y espíritu valiente.
Vendrá pronto el “sálvese quien pueda” entre quienes se mantienen “unidos” por puros motivos mercenarios; y todo ello en medio del habitual “pescueceo” castrense. Con todos sus errores y aciertos, el cambio va y nada lo detiene.
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