En las primeras cien horas de su desempeño como el primer alcalde musulmán de Londres, Sadiq Khan se ha enfrentado con Donald Trump, ha forjado un vínculo con su contraparte en París, visitó un monumento conmemorativo del Holocausto y dio a los pasajeros de los autobuses un respiro con las tarifas.
Khan se ha visto envuelto en la agitación de ser el nuevo líder de esta ciudad global, un cargo que lo catapultó a un mayor reconocimiento mundial debido a su religión. Pero dice que lo importante es ser la voz de esta urbe políglota en la que viven sijs, judíos, musulmanes, budistas, hindúes y ateos, así como también cristianos.
«Yo no soy un líder musulmán ni un vocero musulmán», afirmó. «Soy el alcalde de Londres».
Khan, hijo de inmigrantes paquistaníes y miembro del Partido Laborista, triunfó pese a una campaña del Partido Conservador que buscó caracterizarlo como simpatizante de los extremistas islámicos.
Para contrarrestar un mensaje divisionista, Khan ofreció tolerancia y afirmó que las oportunidades que le ha dado Gran Bretaña —a través de rentas subsidiadas, educación y atención médica— le ayudaron a triunfar.
Pero manifestó sorpresa por lo que describió como la ignorancia de Trump y sus asesores, quien recientemente insinuó que Estados Unidos debía prohibir temporalmente el ingreso de musulmanes al país. El virtual candidato republicano sugirió esta semana que haría una excepción con Khan.
«La idea de que hagan una excepción conmigo debido a que soy el alcalde de Londres demuestra lo poco que comprenden los comentarios que él ha hecho», afirmó. «Hay gente de negocios aquí en Londres que desea hacer negocios en Estados Unidos y que practica la religión islámica. Hay chicos que desean ir a Dineyland… son londinenses, son británicos y siguen la fe islámica».
Khan sentenció que Trump «está cayendo en la trampa de los extremistas».