Tétrica es la primera impresión que se tiene al entrar al núcleo de la Universidad Central de Venezuela, UCV, y es que si no fuera por la presencia de algunos vehículos, sería fácil pensar que el recinto se encuentra abandonado.
El acceso a la sede es sencillo, cuentan con una gaceta de vigilancia pero sin persona alguna que se encargue de realizar tal labor, lo que deja las puertas abiertas al hampa que constantemente azota a estudiantes, profesores y demás trabajadores que hacen vida en el lugar.
Desde la semana pasada los universitarios han permanecido en la calle haciendo llamados a los distintos organismos para que se busque una solución al grave problema; no obstante, estos parecen no escuchar y el hampa no tiene compasión alguna, atacando incluso el viernes, luego de que los estudiantes protestaran.
Con un presupuesto anual de apenas 26 mil bolívares para funcionamiento, resulta bastante difícil encontrar una solución contratando a otra empresa privada, pues anteriormente se había tomado tal decisión, pero la misma duró solo un mes. “Aquí funcionan cuatro facultades, pero solo la de arquitectura se encargó de realizar el pago a la empresa de vigilancia . Además de no tener dinero para seguir pagándola, se tuvo un problema con la misma, pues luego del robo de los aires acondicionados se descubrió que el personal del cual nos dotaron, tenían cargos policiales”, dijo Salvador Aguilera, estudiante del núcleo.
Desde noviembre del 2015 se tiene el déficit en personal de seguridad, contando solo con 6 cuidadores de 20 que debería haber. Quienes prestaban el servicio como personal de la UCV salieron jubilados y tales puestos no han sido ocupados por otras personas.
La falta de interés por parte de las autoridades es una de las impresiones que tienen los estudiantes en cuanto a las razones por la cuales siguen padeciendo de inseguridad y de otros inconvenientes. Ciertamente los universitarios no son ajenos a la información sobre los bajos presupuestos que reciben las casas de estudio, pero creen que deben haber soluciones que se puedan llevar a cabo, incluso estos han mostrado su disposición en todo momento para sacar a su universidad adelante, manteniéndola por autogestión.
El abandono no es una simple “sensación”, Pastor Aguirre, miembro del sindicato obrero, indicó que “en cada departamento hay una persona prácticamente, si ese trabajador se jubila, el departamento se cierra”, por lo que la deficiencia de personal no es solo en vigilancia.
Insuficiencias en luminaria, mobiliarios, productos de limpieza, profesores, recursos para funcionamiento y otras tantas cosas sobran; pero tanto para los estudiantes como para los trabajadores, la prioridad es solventar el tema de la inseguridad, pues advierten que aun si son dotados de equipos modernos y se recuperan los aires acondicionados robados, el hampa los atacará nuevamente y la historia se repetirá.