Vimos entonces en la entrega anterior, como Dios no solamente perdona nuestros pecados sino que nos justifica. Es decir, justifica nuestras malas acciones, nuestras deficiencias y actos que nos condenan, pero ello será posible, sí, y solo sí, nos arrepentimos sinceramente y por fe en nuestro Señor Jesucristo. Que nadie se engañe creyendo que porque Dios nos perdona y nos justifica seremos “salvos siempre salvos” ¡No!. Eso es un peligroso error. Por cuanto luego de la justificación, es necesario que el pecador perdonado y justificado por le fe en nuestro Señor Jesucristo, penetre por obediencia voluntaria a la Palabra de Dios y asuma el proceso que se llama Santificación. La santificación entonces es una decisión única y exclusiva suya. Tiene que salir de usted. Son las obras producto de la fe en el Señor Jesucristo. Para ello tiene la ayuda del Consolador, pero la iniciativa es solo suya. Allí no se mete Dios. Eso se llama Libre Albedrío. Y debe hacerlo, por cuanto sin Santificación nadie entrará al Reino de los Cielos.
Repito, no se engañe el cristiano que cree que al bautizarse adquirió un boleto permanente para ir al cielo. ¡No!. Si falla en su limpieza moral, si vive impunemente en desobediencia a la Palabra de Dios, si no hace lo bueno sabiendo hacerlo, todo esto se llama pecado, por lo cual no podrá ser salvo. Olvídese que si usted cae y no se levanta apoyado en Cristo, si lleva una mancha en su carácter, si peca voluntariamente sabiendo todas estas cosas, será consumido por la gloria de Dios, por el Fuego Eterno. El libro de Apocalipsis lo deja bien claro acerca de los que jamás entrarán a la Ciudad Celestial o sea al Cielo. «Y jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero» Apoc.1:27. Y luego el apóstol Pablo lo confirma.»Porque si pecáramos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados”Heb.10:26
«La santificación no es meramente profesar y enseñar la Palabra de Dios, sino vivir conforme a su voluntad. Algunos se apoyan en la suposición de que habiendo experimentado una vez el divino poder de la santificación, están libres del riesgo de caer. Creyendo ser ricos, y pensando que no necesitan nada, ignoran que son miserables, pobres, ciegos y desnudos» Elena de White.
Finalmente, este texto bíblico corona la aspiración de Dios para que sus hijos alcancen la Salvación. «Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él. «(Col. 2: 6.) Eso es el fin de todo discurso hermano, amigo. «Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Solamente estando en comunión con él diariamente, a cada hora permaneciendo en él, es como hemos de crecer en la gracia» y por supuesto en la santificación. LIBRO. El Camino a Cristo. Elena de White. Y es la única manera de ser salvo.
¡Hasta el próximo martes Dios mediante.
William Amaro Gutiérrez
