Seis de cada 10 venezolanos ha sufrido estrés postraumático

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Al menos 60% de los venezolanos, víctimas de robo, han sufrido de estrés postraumático, originado por el daño psicológico de un suceso que pudo atentar contra su vida, según estadísticas calculadas por especialistas de la salud mental.

El miedo provocado por la situación de estrés generado por un acto de robo o secuestro exprés, si no es tratado correctamente, puede traer consigo el origen de una fobia, trastorno que se deriva de la ansiedad, denominado estrés postraumático.

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Lo más difícil que sufre la víctima al momento de un robo o secuestro no es la pérdida del objeto material sino en un  100% las secuelas que ocasiona el hecho, según dio a conocer la licenciada en psicología Cécira Briceño.

Relató que la persona se puede ver afectada por pensamientos intrusivos que aparecen sin ser deseados, generados en cualquier momento, ya sea en el día a día o como pesadillas y sueños que se repiten constantemente.

“El incremento  de la delincuencia  ha sido vertiginoso desde hace 15 años, en esa fecha un paciente de cada 200 había sufrido secuestro y con el pasar de los años son comunes las consultas por la temática. Asimismo, se ha visto un auge en los trastornos mentales que tienen que ver con eventos donde se ha sometido la libertad del venezolano”.

Briceño indicó que en el caso de los secuestros, la sintomatología presentada es  mucho más fuerte. No obstante, existen personas que con una estructura de personalidad sensible, ante un simple robo en un medio de transporte público, puede responder como si hubiese sido secuestrado por cinco días.

Del shock a la aceptación

El estrés postraumático sucede luego de pasar por un trauma. Es un proceso que se puede extender entre los tres y seis meses en el caso de hurto, explicó por su parte, la licenciada Zulma Camacaro.

El primer periodo que se presenta es el de shock, en el cual la persona aún no cree por lo que ha pasado. “En este proceso el afectado puede levantarse un día sintiendo que aún tiene el objeto que le fue robado, y cuando vuelve a la realidad le puede dar un choque, que le hace sentir el mismo miedo”.

Es común a su vez que las mujeres reaccionen con la duda de: “¿Qué hubiera hecho si…?”. En busca de posibles soluciones o alternativas que se pudieron presentar en la situación; en el caso de los hombres la interrogante se esparce más que todo a nivel agresivo, aclaró Camacaro.

Luego viene el proceso de molestia o rabia, en el cual la persona busca culparse  a sí mismo o a un ente exterior (el Gobierno, el ladrón, la educación, la crisis económica u otra persona). Dentro de ese proceso suele haber un discurso negativo, tosco y violento, en donde el sujeto busca desahogo.

El proceso de aceptación puede variar dependiendo de la receptividad de la persona hacia la situación y lo grave que fue el suceso. La persona aprende a vivir con lo que pasó y perdió, y el pensamiento pasa de ser agresivo a de asimilación.

Sintomatología

“El estrés postraumático es un miedo exagerado sin motivo a una situación, que surge por no haber superado una situación de estrés”, explicó Briceño, quien también hizo hincapié en  que todas las personas que han sido víctimas de actos delictivos  comienzan a presentar una sintomatología.

Entre las secuelas se encuentran: el insomnio, irritabilidad, estrés, depresión y en ocasiones, el suicidio. Las situaciones de robo generan en las personas una postura de indefensión, sintiéndose así desvalidas, solas, con miedo y presintiendo continuamente una amenaza.

“La persona puede estar en el cine, en un restaurante y siente que la van a robar; está en su casa, escucha un ruido e  inmediatamente piensa que alguien entró en su vivienda. Siendo una exageración de lo que es el sentido de alerta”,  enfatizó Briceño.

Otra de las consecuencias de un estrés traumático es el cambio en el estilo de vida de la persona, como ejemplo está el  evitar hacer cosas cotidianas que  conlleven a un robo y disminuir las salidas sociales, viéndose afectado en consecuencia  su estado de ánimo.

Por otro lado, la licenciada Gleiximar Lovera, relató que existen muchos trastornos postraumáticos después del hecho, presentándose  también la ansiedad,  uno o dos meses luego del robo.

Pueden acontecer secuelas de terror cuando el afectado tenga que transitar por el mismo espacio donde sucedió el hecho, ya sea el mismo tipo de transporte, calle o lugar.

Lovera informó que sucede algo muy común y es la generalización de los rostros, en el cual la persona juzga basado en su prototipo o idea del físico de quien le robó, adoptando conductas evasivas como puede ser, bajarse del transporte público o correr sin razón aparente cuando cree haber visto a su ladrón.

Los ataques de pánico también engloban una de las causas de la patología, en los cuales pueden haber dos formas de reaccionar: la primera es con el llanto y la segunda es el comportamiento de automutilación a manera de liberar un poco la ansiedad o el estrés.

Los síntomas de depresión se pueden manifestar asociando sentimientos de vacío, llanto sin justificación, exceso de sueño, incomodidad, pérdida del hambre, del apetito y del cabello, quiebre de  voz cuando se narra el hecho, o baja  presión arterial.

Lovera habló sobre la importancia del acompañamiento emocional (buscar asesoría emocional) para tratar situaciones de contingencia que se han presentando en la vida. Es un recurso que hay que tener en cuenta para superar situaciones complejas.

Briceño declaró que en reiteradas  ocasiones el tratamiento tiene que ser no solo psicológico sino también psiquiátrico, porque es necesario disminuir los excesos de ansiógenos. El tiempo de tratamiento depende mucho de la capacidad que tenga la persona para superar circunstancias traumáticas (también llamado resiliencia).

“Si una persona es muy sensible ante este tipo de situación y no recurre con urgencia a la asistencia psicológica, podrá extenderse más el tiempo que necesite para superar el suceso traumático”, explicaron las especialistas.

“El ser humano tiene la oportunidad de mejorarse si tiene la disposición o herramientas de optimizar su vida, pero tiene que tener voluntad de mejora y deseos de dejarse ayudar”.

Por otro lado, el proceso de curación depende de lo pronto que la persona  busque la ayuda psicológica una vez que note que está comenzando a sufrir una patología. Lovera informó que  en Venezuela las personas no le dan mucha importancia al uso de psicólogos o a la salud mental.

El tiempo estimado de curación es entre seis meses a un año, pero de no ser atendido correctamente se puede extender a dos años o incluso volverse parte del estilo de personalidad, convirtiéndose en parte de la persona.

“Acá la expresión ‘sufre de los nervios’ es mal utilizada, ya que esta engloba en realidad a una persona que no superó una situación traumática relacionada con la violencia, que se está generalizando a otros aspectos de la vida del individuo”.

Recomendaciones

Lo principal que se debe hacer al momento de un robo, es buscar ayuda; pararse y analizar dónde se encuentra la persona, y qué auxilio necesita para trasladarse a un lugar seguro.

Una vez superado el estado de shock (cuando la persona aún analiza qué sucedió), es importante que comente el hecho mediante la elaboración de relatos, a manera de buscar detalles que llenen los huecos de la historia que se generan por el susto o el miedo.

“Sin embargo, hay información que no tenemos y comenzamos a cambiar los datos, ya sea la edad del delincuente, la ropa que cargaba, que robaron o que contenido tiene. Se debe elaborar el relato en las primeras semanas a amigos y familiares para luego escribirlo”.

En caso de niños, se recomienda que lo elaboren a través de cuentos, pinturas, y dibujos. Para las personas mayores funciona que lo describan estilo una novela.  La historia se crea con el fin de transformar el hecho traumático en un relato a manera de darle un sentido y que el cerebro, producto de la ansiedad, deje de buscar explicaciones y se enfoque en cómo lidiar con las consecuencias  de lo sucedido. “Evitando así que se estanque en solo la búsqueda de una respuesta, cuando en realidad, la respuesta es que no hay respuesta”.

Lovera enfatizó que desde hace cinco años ha aumentado la cantidad de robos y violencia impregnada en los hechos delictivos, producto del consumo de drogas por parte de los delincuentes y la necesidad económica que puedan tener, siendo una realidad lamentable a la cual muchos venezolanos no le ven salida.

“Más aún la solución tiene que comenzar desde la casa, el aprendizaje que les demos a los niños es sumamente importante y así se erradican numerosos procesos como lo es, la violencia doméstica,  física, psicológica y verbal; son muchos procesos que llevan al desarrollo de la delincuencia pero principalmente es prevenir. Las conductas antisociales en niños son detectadas a muy temprana edad. Es tarea de todos prestar la atención requerida a nivel psicológico, a manera de evitar que este tipo de conductas se siga repitiendo en la sociedad” aseveró.

Testimonios

La licenciada en psicología Gleiximar Lovera dio a conocer que a mediados de este mes sufrió un secuestro exprés por parte de dos antisociales que invadieron la unidad de transporte privado que ella y su pareja tomaron al salir de un centro comercial reconocido al este de la ciudad.

Fueron despojados de sus pertenencias y arrojados en la vía a El Cercado, donde tuvieron que correr durante veinte minutos hasta encontrar una urbanización, cuyos vecinos les proporcionaran auxilio. Indicó que a pesar de poseer las herramientas y conocimientos para sobrellevar este tipo de inconvenientes, es algo que afecta a todos por igual.

Relató que tiene un paciente de seis años que sufre de estrés postraumático desde que presenció el robo del vehículo de sus padres, y ha presentado conductas de retroceso en el control de esfínteres  (haciendo sus necesidades en la cama). Actualmente, trata seis pacientes adolescentes que sufren estrés postraumático por el hecho de estar presentes en el robo de algún familiar.

Génesis Rodríguez sufrió de hurto con pistola en mano saliendo de su casa luego de que un motorizado se estacionó en la parada donde se encontraba. Su primera reacción fue quedarse en silencio mientras asimilaba la situación y luego entró en llanto.

Los sueños sobre lo sucedió eran recurrentes y tuvo que buscar ayuda psicológica y evitar las salidas en ruta o calles solas, por unos meses, para lograr superar el hecho punible.

Naturalización

La psicóloga  Gleiximar Lovera invitó a reflexionar acerca de que actualmente las personas se están acostumbrando a ver lo anormal como normal. “Vemos el robo como algo que tiene que pasar y la respuesta ante un robo es agradecerle a Dios, porque la situación no fue mayor y estamos vivo”. Sin embargo no es algo normal,  es algo que puede desactivar el sistema de equilibrio que tiene la persona y el sistema homeostático (capacidad de mantener una condición interna estable).

“No veamos las secuelas del robo como algo normal, porque nos estamos acostumbrando a que es habitual y cotidiano”.

La delincuencia a medida de que se repite tanto, está pasando por un proceso llamado naturalización al punto de que la sociedad lo ve  como algo común y corriente.

La situación no es perder algo material sino el peligro que corren las personas tanto al salir de su casa, al llegar a ellas y dentro de las mismas viviendas. “Ya el venezolano se está acostumbrando a una realidad de que si sale de su casa no sabe si va a volver”.

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