Con sentencias prostitucionales se pretende acabar con la Asamblea Nacional – en mayúsculas -, la democracia y, en última instancia, con el pueblo. Aunque si alteramos el orden de la lista, el pueblo es el primer aniquilado desde hace tiempo ya por las acciones de un gobierno forajido, terco en mantenerse acrobáticamente en el poder a base de “pura muela” y nada de comida, medicinas y seguridad ciudadana, por no alargar la lista de nuestros padecimientos al infinito…
La Asamblea Nacional está haciendo su trabajo y ha logrado poner en jaque al ejecutivo y al judicial – en minúsculas ambos – a pesar de los esfuerzos de fuerza que han querido mostrar los aludidos. Con las armas de la calificación y la descalificación han combatido a todos y todas en el territorio y en el mundo, en espera de posicionar en la gente la sensación de que lo están haciendo muy bien pero ¡pobrecitos! Son unos incomprendidos atacados por varios frentes con el fin de ser “desenchufados” de la comodidad de sus prebendas que la mayoría del país egoísta ambiciona arrebatarles de mala manera a los mansos corderitos rojos. Pues sí: las quejas y movilizaciones del pueblo y la MUD son para que al fin, luego de 17 años, se larguen “muy largo al infierno”, hasta donde el viento se devuelve, son totalmente bien fundadas y muy bien interpretadas por la cúpula roja, no obstante las carencias con las que cuentan para captar y leer bien el asunto.
No es creíble, pues, que sean tan lerdos como para no comprender que el 80% del país no los quiere en el gobierno ni en ninguna parte donde puedan seguir causando daño y destrucción. No es creíble que no entiendan que los ojos del mundo están posados en sus desmanes y ven con claridad meridiana el desastre al que han llevado a Venezuela en cualquier actividad y sector indispensable para nuestra calidad de vida, por el capricho de una comparsa senil que manda desde Cuba y comanda aquí a través de una mala semilla de expertos en corrupción y tropelías: el Madurocabellismo.
Pero, afortunadamente, la Asamblea Nacional lentamente pero con seguridad ha mellado las bases de los nefastos poderes del oscurantismo con su labor firme y sostenida de cumplir con el mandato constitucional respaldado por millones en las urnas el 6D. Si no hubieran sancionado leyes y no estuvieran en discusión otras, que pronto serán también ordenamiento jurídico de la República, ninguno de los otros poderes hubieran tenido la oportunidad de rechazarlas y declararlas nulas; demostrándole así a toda Venezuela y al planeta tierra su talante antidemocrático, su aberrante posición ilegítima e ilegal, su debilidad innegable que los hace irrespetar al pueblo, su falsedad en las intenciones para con el país, su arrogante y disposición de no entregar el poder que ya perdieron y, lo que es peor, las transparentes ganas de perpetuarse en los manejos dolosos de funcionamiento y los recursos de las instituciones y organismos de Estado.
La AN tiene todas las de ganar porque es un poder constituido directamente por la voluntad popular, que tiene el mandato de la soberanía nacional para actuar en la conformación del sistema político que represente un compromiso con y para una ciudadanía plural y de pensamiento libre e independiente de la injerencia estatal, por mencionar lo más evidente. Si a eso le agregamos una mayor publicidad y difusión a sus sesiones y al trabajo que se realiza a favor de la Nación, entonces, sin duda alguna, el pueblo lo apreciará y expresará más solidaridad con los diputados de la Unidad Democrática que enfrentan a diario las embestidas del régimen y sus minorías cómplices fanatizadas. Hay AN para rato…