El arte siempre dejará aunque pretenda ignorarlo, la impronta del “aquí” y el “ahora” en los cuales surgió la obra artística, al margen de la intencionalidad consciente o no, del artista. Su universalidad deviene de la posibilidad de crear universos de “significación” para la humanidad de todos los tiempos y cualquier lugar, pero dicha capacidad nace de la relación simbólica con la realidad.
En la segunda parte de este artículo, me referiré a la pertinencia del cine y la literatura china aliada con la investigación periodística, al darnos información fidedigna y detallada, de lo que posteriores estudios e indicadores económicos, nos ofrecen, en este caso, sobre lo que algunos denominan “milagro chino”, como si se tratara de la versión del paraíso en el reino del capitalismo salvaje, donde sobran los lobos y desaparecen los hombres. Con sus derechos más elementales en pleno siglo XXI.
La economía mundial ha venido acusando la proliferación de productos industriales originales o copiados, e incluso copias de artesanías típicas, folclóricas e imágenes de la tradición religiosa popular, con su sello de “made in China”. En Venezuela coexisten en el mismo altar, con los convenios firmados a presente y futuro con China, acerca de lo que está arriba, en medio y debajo del subsuelo petrolífero y minero. En letra grande y chiquita, legible sin necesidad de lupa.
De ser un enorme país pobre, China pasaría a ser el mayor exportador e importador del mundo, gracias a las reformas que permitieron la inversión extranjera y la privatización de casi todo el sector público, con lo cual hace diez años, el sector privado alcanzó el 70% del PIB. No es preciso ir muy lejos, para saber que el “milagro” estuvo en el millón de millonarios aparecido enseguida, uno por cada millón trescientas personas -dentro de los cuales están los 300 más ricos del mundo- surgidos de los dirigentes nacionales, regionales y locales del omnipresente Partido Comunista.
Clase dirigente cuyas familias acusaron una liquidez monetaria tan extraordinaria, que pasaron, dada la rapidez de fortunas y cargos no obtenidos por trabajo ni por estudios, a ser clasificados por los seres comunes, de acuerdo al nivel de “nuevorriquismo” en tres grupos: los “tuhao”, muy ricos e incultos, sin estudios y con gustos excéntricos, como p.ej., forrar los celulares con perlas o su Ferrari de peluche rosado con dibujos de HelloKityy ; los “fuerdai” o “niños de papá”, con todo el tiempo libre para gastar el dinero que malamente hicieron sus padres y los “baofahu”, dirigentes locales de zonas remotas, compradores de vidrieras enteras en la capital, víctimas de las burlas de los anteriores.
Los millones de chinos restantes sobreviven como pueden. Unos 200 millones se ha convertido en migrantes dentro de su país. Vienen de las zonas rurales más pobres, con el sueño de mejorar la calidad de vida o porque las autoridades locales les confiscaron las tierras para destinarlas a la construcción inmobiliaria. Ellos constituyenuna de las fuerzas y mano de obra más baratas del mundo. Los más jóvenes acuden a las fábricas de las ciudades industriales y al peligroso y mal pagado trabajo minero y de la construcción, -3.000 muertos anuales- hombres entre 16 y 65 años. Ninguno cuenta con educación, atención médica ni protección legal o derechos laborales.
El Hukou o sistema migratorio interno, controla y esclaviza desde 1958 -dada su práctica discriminatoria- aplicado desde los comienzos de la industrialización, en Dongguan, Shenzhen, Shanghai y Guanzhou, por nombrar 4 centros clave del crecimiento económico. El Hukou consiste en un sistema de clasificación del migrante de acuerdo a la edad, educación, empleo, capacitación y experiencia del trabajador. El escaso grupo de puntaje muy alto podrá acceder al permiso de migración y beneficiarse de la política pública de salud,casa y educación.
Los demás, dados sus orígenes campesinos, apenas podrán sobrevivir en jornadas de 14 horas en los cordones de ilegalidad y miseria. Carne de cañón industrial, se mueven dentro del mundo duro y descarnado entrevisto desde el cine, la literatura y el periodismo investigativo, sufriendo las consecuencias de la corrupción, discriminación y explotación en la “otra China”, la marginal, la que mueve desde la oscuridad, las calderas del “milagro”. (cont)