La MUD anunció que iba a intentar en paralelo todos los mecanismos constitucionales para cambiar el Gobierno este año, en virtud de la crisis inaguantable que tiene al pueblo padeciendo una tragedia sin precedentes, e interpretando el mandato popular expresado el pasado 6 de diciembre. El consenso se dio en torno al objetivo de generar un cambio de Gobierno de forma anticipada por la vía electoral y democrática, usando todos los recursos constitucionales. La enmienda, el revocatorio, la renuncia y hasta la constituyente fueron recogidas como opciones válidas en el documento leído por Torrealba y suscrito por los partidos que hacemos vida en la MUD. Todo, repito, en el marco de la política del cambio urgente. Es lícito que los partidos crean en unos métodos más que en otros, lo importante es que lo intentemos todo para cumplir el objetivo. Ese fue el acuerdo unitario. Lo que priva en este caso no es el medio, sino el fin.
La Enmienda para recortarle el mandato a Maduro y producir elecciones presidenciales este año deber ser aprobada en los próximos días por la Asamblea Nacional para luego ser consignada en el CNE para la activación de un referéndum aprobatorio. Desde ya proponemos que llevemos la Enmienda al CNE en una gran marcha encabezada por los diputados y la dirigencia política. Aunque ya Escarrá y hasta Maduro han reconocido la validez jurídica de la Enmienda al punto que han amenazado con imitarla, no podemos obviar el escenario de sabotaje por parte del TSJ, tal y como sucede con la Amnistía y el resto de las iniciativas legislativas propuestas.
Por su parte el Revocatorio vive su propio calvario con trámites inventados y retrasados por la propia Tibisay con miras a posponerlo para el año que viene cuando perdería su efecto, toda vez que le permitiría a cualquier vicepresidente electo a dedo por Maduro gobernar el país hasta 2019. De entrada hay que aclarar que el revocatorio es válido como opción de cambio de Gobierno, sí y sólo sí, se produce este año. Un revocatorio tardío que le haga el favor al chavismo de deshacerse de Maduro para seguir gobernando ilegítimamente dos años más, no es una opción para la MUD. Así que debe tenerse un Plan B en caso de que fracase la enmienda y no se logre el revocatorio este año. Y es aquí donde entra a jugar la Constituyente como último recurso, entendiendo además que es el único mecanismo que está por encima de cualquier poder constituido y logra no sólo el cambio de Gobierno, sino también de TSJ, CNE, etc.
El problema táctico a resolver por la MUD es si recoge firmas en paralelo de una vez por ambos métodos (revocatorio y constituyente) o duplica el esfuerzo y deja para el final la constituyente corriendo el riesgo del desgaste. Lo irónico es que por más ilógico que parezca, en Venezuela es mucho más fácil hacer una constituyente que revocar un presidente. Me explico: 1) Para un revocatorio se requieren las firmas de un 20% del electorado, mientras que para una constituyente es suficiente 15%, 2) Para revocar no basta con ganar un referéndum sino que además hay que superar los votos obtenidos por el funcionario en la oportunidad que fue electo (ejemplo: si siete millones doscientos mil personas votan Sí para revocar a Maduro sobre dos millones de votos por el NO, no se produciría la revocatoria porque el SI nosupera la votación de Maduro en 2013), mientras que la constituyente se aprueba con la mitad más uno de los votos obtenidos el día del referéndum sin ningún quórum exigido, y 3) El revocatorio solo cumple su objetivo si se produce este año mientras que la constituyente genera el cambio global en cualquier momento que se active (es inmune al retraso de parte del CNE).
Este tema es trascendental para el futuro del país y merece ser debatido y profundizado con seriedad más allá de las consignas partidistas. Dejemos de ver la salida de este gobierno como agendas particulares para el crecimiento de una candidatura u organización, se trata ya de un deber histórico que reclama sensatez, amplitud y mucha inteligencia.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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