Los ratones que vocalizan repetitivamente, con pausas, de una manera similar al tartamudeo humano podrían ayudar a los científicos a entender mejor las causas de este problema de comunicación que aún tiene su cuota de misterio.
Los científicos crearon ratones transgénicos con una mutación genética que se vincula a este trastorno en los humanos. Cuando estos roedores chillan, su vocalización tiene anomalías cuyas características recuerdan a las personas que tartamudean.
De acuerdo con los investigadores, este modelo animal podría ayudar a entender el origen molecular y neurológico de la tartamudez que afecta a cerca de 1% de la población mundial.
Esto podría abrir la vía a posibles tratamientos para paliar este trastorno, estimaron los autores del estudio publicado el jueves en la revista científica Current Biology.
Por mucho tiempo se creyó que la tartamudez era producto del nerviosismo, el estrés o un trauma emocional en la infancia. Pero la medicina estima hoy en día que este problema tiene principalmente una causa biológica, aunque la ansiedad pueda exacerbarla, aseguran los expertos de la facultad de medicina de la Universidad Washington en St. Louis (Misuri) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Algunos tartamudos tienen una mutación en un gen llamado «GNPTAB». Los científicos pudieron crear ratones genéticamente modificados para que porten esta misma variedad genética.
«La palabra es una capacidad única de los humanos, pero la manera de vocalizar es una mezcla de muchos elementos que son mucho más simples», explica Tim Holy, profesor adjunto de neurociencia en la Universidad Washington y principal autor del estudio.
Para emitir sonidos y hablar es necesario controlar la respiración y los músculos de la lengua y la boca que los humanos compartimos con los ratones y otros animales.
Los ratones producen continuamente sonidos complejos a frecuencias indetectables para el oído humano.
Las vacilaciones que interrumpen el flujo regular de la vocalización es una característica clave de la tartamudez.
Los autores del estudio desarrollaron un programa informático que analiza la duración de estas pausas en las vocalizaciones espontáneas de ratones de tres a ocho días de nacidos, cuando se los aparta de sus madres.
Constataron que los que tienen la mutación genética del tartamudeo humano hacen pausas más largas en sus gritos que aquellos que no la tienen.
A continuación, los científicos usaron el mismo programa para analizar las grabaciones de personas con y sin tartamudez. El programa pudo distinguir con precisión a los que tartamudean de los que no.