Todos los días hay más grupos de ciudadanos que salen a reclamar mejores condiciones de vida directamente relacionadas con el estado de las ciudades y la baja capacidad de respuesta de las autoridades.
Es obvio que la ciudadanía esta exasperada por las faltas de medicina, alimentos y artículos de higiene personal, de los precios, de las insuficiencia en agua, electricidad, telefonía, transporte, recogida de basuras, seguridad, etc. agravada por el comportamiento autista de las autoridades.
Las evidencias de ese estado de desesperación lo podemos ver en cualquier parte donde haya una cola, en los trasportes públicos, en donde quiera que un par de desconocidos comienzan a hablar en voz alta y otros se les une, formándose un coro. Pareciera que estamos a las puertas de un estallido colectivo. Por ahora, las trancas de calles y carreteras son prácticamente espontaneas, quienes las organizan son los vecinos afectados y no hay quien las dirija o coordine más allá del ámbito local, si acaso.
Estas luchas no son violentas aunque tampoco son pacíficas pues afectan derechos de tránsito a terceros que se molestan mucho, pero se justifican aceptando que las necesidades colectivas están por encima de los derechos individuales y que las molestias de estar trancado varias horas no es nada comparado con vivir sin agua, sin electricidad, sin medicinas por largo tiempo y buscando comida a precios imposibles.
Estas formas de lucha a veces medio resuelven el problema pero no siempre y en algún momento puede ocurrir que ante la inefectividad de las protestas locales, los grupos coordinen las acciones y el conflicto suba de nivel. Las revueltas urbanas siempre comenzaron con algún incidente trivial, pero cogieron fuerza por la frustración acumulada y se convirtieron en un grave conflicto cuando los afectados encontraron la manera de coordinarse convirtiendo un simple enfrentamiento en una guerra civil. Pregúntese cuánto más debe arruinarse el país y cuanto más debe padecer y protestar la gente para que Maduro se sienta obligado a irse en paz.
Pero soy escéptico. Ya el gobierno tiene estructurada la “respuesta popular”, que no es otra cosa que el uso de las bandas de malandros cooperantes armados, en caso de que las circunstancias pongan en riesgo su hegemonía. No saben gobernar ni organizar medianamente un país, pero si saben cómo aferrarse al poder a cualquier costo, incluyendo toda la sangre que sea necesaria.De muchas maneras Maduro ha venido insinuando lo que ocurrirá si lo obligan a irse. El no cree en la democracia ni en el valor sumatorio de los votos. Una guerra le dará la oportunidad de acabar algo que el considera un estorbo fastidioso e inútil como lo es la democracia. Lástima que la historia lo desmiente constantemente.