Pensar, por ejemplo

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Más de sesenta libros ha publicado Guillermo Morón. Sin contar la obra inédita y sin hurgar en su organizado archivo. Cada texto con un sentido y en castellano limpio y claro. Llega a una edad a la que pocos llegan en este país, 90 años, este año de 2016 del siglo XXI. Gente de antes, dirían. Lo interesante es que llega a esta coda de la vida, con lucidez física e intelectual. Ha sido un historiador con una pasión por la objetividad y por la ficción. No solo escribió la Historia de Venezuela más completa que se haya publicado de los siete historiadores de historias venezolanas, que han atravesado los más de quinientos años venezolanos, que transcurren desde que llegó C. Colón a América, que no era América, antes de que llegara el navegante con la lengua que heredamos, sino que fue el único historiador profesional en el siglo pasado que lo hizo. Esto es solo un dato editorial pero trascendental para la cultura. Morón ha recibido todos los reconocimientos posibles, ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos al chino mandarín. Pertenece, desde hace mas de 57 años, a la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, continúa escribiendo, memorias, artículos y relee a los griegos en medio de la crisis del país. Allí están todas las respuestas y todos los nortes para superar las crisis. Fue y sigue siendo un maestro. Ese es Guillermo Morón.

Pero aparte de su tarea como hombre comprometido con su oficio y el país, G. Morón tiene un mérito poco difundido y que poco escuchamos cada vez que preguntamos qué esta publicando la academia de la historia en este momento aciago. Fue su editor y director. En ese tiempo fortaleció las investigaciones, como corresponde a una academia y aumentó el fondo editorial que hasta 1958 había publicado 84 volúmenes. Ese mismo año lo asume Morón y al dejar esta dirección había podido publicar más de mil libros. Una labor vertiginosa, de alta factura en la que creó colecciones fundamentales para la investigación histórica.

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Es verdad que contó con el apoyo de gobiernos civiles, con la que ya no cuenta la actual academia en este gobierno militarista. Sin duda, una diferencia fundamental. Esta labor de vértigo editorial llegó hasta 1996, en 38 años, se publicó un promedio de más de 26 libros por año. Crear y formar un excelente cuerpo de investigadores profesionales y las nuevas generaciones de historiadores que se formaron en el país, dio estos resultados editoriales.

Así como maneja su biblioteca personal, Morón como editor de la Academia, lo que hizo fue cumplir con el mandato de cualquier academia: coleccionar, sistematizar, examinar, juzgar, aclarar, fomentar, sostener, escribir, acopiar, investigar, publicar y divulgar el acervo histórico de Venezuela, como cita muy bien la investigadora Eulides Ortega en el libro donde recoge todos los discursos en la Academia que leyó Morón en su largo paso por esta institución.

Reconocer esta inmensa tarea es una deuda pendiente que hay que colocar en su labor. Diría él, que era su trabajo, es verdad, pero un trabajo excepcional, que no conozco en ninguna editorial pública ni privada en Venezuela.

Guillermo Morón, ha sido en la historia intelectual, política y cultural en el país, un factor insoslayable. Una lección que ha sido central en su manera de ser, podríamos decir; su manera “libre de pensar”, es decir ser el intelectual que piensa en su país diciendo verdades, con la energía suficiente para dejar claro las cosas o para citar a uno de sus autores preferidos, Unamuno, “mientras se escriba con la verdad en la punta de la pluma se está joven”.

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