El fenómeno de la sequía ocasionado por un temporal denominado El Niño, cuyo transitorio andar se ha extendido a lo largo de tres años, es la mayor amenaza ambiental en el país durante los últimos cinco calendarios. Este descontrol meteorológico parece radiografiar explícitamente la realidad de una nación en crisis, donde la creación y dosificación de fuentes alternativas sigue siendo una asignatura pendiente para el Gobierno nacional.
Este fenómeno consiste en el calentamiento inusual de las aguas superficiales del pacífico ecuatorial, lo que produce un cambio abrupto en el patrón natural de la circulación atmosférica en la región. Por tal sentido, el aire caliente asciende hacia la atmósfera y la intensidad de los vientos alisios disminuye, generando pocas precipitaciones y aumentando la temperatura sobre el suelo venezolano.
Venezuela está entre los diez países con mayores reservas de agua dulce en el mundo y segundo en acumulación del vital líquido per capita, su estanque de almacenamiento ocupa aproximadamente cuatro quintos del territorio nacional, según registro recabado en el Sistema de Información Global en Agua y Agricultura (Aquasat).
Estos datos llaman a la reflexión en la gestión del Gobierno nacional en materia hidráulica, considerando incluso que en los últimos 17 años no se ha construido ningún embalse.
Actualmente, encuentran paralizados algunos proyectos como Yacambú y Dos Bocas, en Lara; Río Curía, para distribuir en La Gran Caracas y Barlovento; así como también, las presas Macarao en el municipio Libertador (Caracas) y La Encantada en Caicagüita.
Sin embargo, entre los años 1970 y 1980, entre los gobiernos de Raúl Leoni, Rafael Caldera (primer ciclo) y Carlos Andrés Pérez (primer ciclo) se edificaron en la nación un total de 55 de las 93 represas que aún existen en el país, donde destacan en la región: José Félix de los Ríos (Dos Cerritos), Los Quediches y Atarigua.
Embalses en estado crítico
El ministro de Ecosocialismo y Aguas, Ernesto Paiva, reconoció públicamente que 18 embalses en el país se encuentran en estado crítico. Entre los más importantes se encuentran: Tres Ríos, Manuelote y Tulé en el Zulia; Canoabo, en Carabobo; Pedregal y Matícora en Falcón; Guaremal, en Yaracuy; Los Clavellinos, en Sucre, El Guamo, en Monagas; El Lagartijo, Camatagua y Ocumarito en el Distrito Capital.
En el estado Lara, la sequía dio un golpe certero al embalse Los Quediches, cuya cuenca alta no recibe la bendición de la lluvia desde el 2013 y por lo cual se produjo el descenso de 18 metros de su nivel óptimo. No obstante, el presidente (e) de Hidrolara, ingeniero Pedro Sánchez, indicó que la región ha sido una de las menos afectadas por el impacto de la sequía, en comparación a las previamente citadas.
“No todo es Fenómeno El Niño”
Jorge López, geógrafo de la ULA y doctor en Meteorología Aplicada y Climatología Agrícola de la Universidad de Reading (Inglaterra), explicó que la sequía presentada en el país no es sólo una consecuencia de El Niño, sino que por la naturaleza tropical del país, también transcurren anualmente periodos de verano. Sin embargo, reconoció que el principal problema del país deriva en la inexistencia de planes de conservación de las cuencas y proyección de nuevas fuentes.
“Ahora estamos viviendo el mismo clima seco pero intensificado; no obstante, al existir problemas con nuestros embalses por no hacer obras nuevas y necesarias, somos vulnerables ante una situación que se repite cada año. A mi parecer, si estuviesen construidas las represas Yacambú y Dos Bocas no estuviésemos enfrentado con debilidad a El Niño”.
Sin embargo, el especialista se muestra optimista y señala que este fenómeno se está debilitando. Señala que las precipitaciones iniciarán entre mediados del mes de abril y principios de mayo, y asegura que el acceso al agua potable en la Nación cambiará a medida que se desarrolle el ciclo invernal.
“El Niño no es nada nuevo”
Por su parte, el ingeniero Julio César Gutiérrez, vicepresidente del Colegio de Ingenieros de Venezuela seccional Lara, coincide en que la falta de planificación es la primera causante de la caída en los reservorios de agua, pues sostiene que este fenómeno es conocido en el país desde hace 40 años y por ese motivo fue construida la citada cantidad de embalses en la década de los 70 y principios de los 80. “Antes se pensaba por adelantado, primero se pensó en Dos Cerritos, luego Yacambú y Dos Bocas venían a reforzar la distribución en la zona metropolitana del estado”.
Mayor crecimiento poblacional y menos fuentes de agua
Sánchez, explicó que la población en el estado Lara, principalmente en Barquisimeto, ha crecido en un 30% en los últimos 17 años; pero este ascenso no se complementa con nuevas fuentes de agua potable que permita generar un desarrollo sustentable.
Sustentó su aseveración con datos recabados por la Hidrológica de las principales ciudades del estado Lara: “En Barquisimeto existe una demanda superior a los 1.000 Litros por segundo (Lts) y en 20 años se estima que supere los 2.500 Lts; en Palavecino, se necesitan actualmente 100 Lts y nuestra proyección en 20 años se encuentra en 500 Lts; mientras que la ciudad de Carora, afectada por el nivel muerto del embalse Los Quediches, maneja un déficit de 250 Lts y proyecta aumentar en 20 calendarios en un rango mayor a los 300 Lts”.
“El Gobierno Nacional debe hacer una inversión importante en el Sistema Alto Tocuyo (SAT), donde se requiere la modernización de todos sus sistemas que datan del año 1974. Esta es una inversión que no puede costear la hidrológica con sus recursos propios ya que supera el millón de dólares. Pienso que debemos reactivar los proyectos y enfocarnos en el mantenimiento de nuestros equipos, no podemos seguir quedando relegados ante el crecimiento de la densidad poblacional”.
No hay cultura de almacenamiento
Uno de los hallazgos que desprende esta investigación, es la coincidencia de los profesionales citados en torno a que la zona metropolitana del estado Lara no tiene cultura de almacenamiento; principalmente por dos razones: siempre fue abundante y accesible.
“Al ser un servicio tan accesible y económico, el ciudadano pierde la noción de su valor. Infortunadamente es una cultura que también se ha trasladado a la electricidad, la abundancia siempre es buena cuando existe un criterio racional de uso”, argumentó el doctor López, quien también es docente en la Facultad de Agronomía de la UCLA.
“Los ciudadanos de Barquisimeto y Cabudare no se han mentalizado que viven en una zona semi-árida. El recurso y servicio de agua potable más bien debería ser muy costoso.
Es necesario que aprendan de experiencias como en los municipios foráneos, donde la cultura de captación y almacenamiento es el pan nuestro de cada día. En nuestros campos la agricultura vive de eso. Por eso desde la UCLA también nos enfocamos a proyectar una campaña informativa para hacer entender a los ciudadanos la importancia de ahorrar el vital líquido”.
Generación de nuevas obras hidráulicas, mantenimiento de los sistemas en funcionamiento, visión de futuro y cultura de uso racional del agua potable son las premisas más importantes para el venezolano en esta materia. Todo este aprendizaje es necesario para generar una mayor sustentabilidad en el estado y entender que este codiciado recurso algún día será más importante que el petróleo.