RIO DE JANEIRO (AP) — El ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva fue nombrado jefe de gabinete de la actual presidente Dilma Rousseff el miércoles, una jugada política que podría ayudar a que el ex gobernante evite un posible arresto en conexión con recientes escándalos de corrupción, que ahora han alcanzado a las más altas figuras políticas de Brasil.
En un breve comunicado, el palacio presidencial anunció el nombramiento y dijo que el actual jefe de gabinete, Jaques Wagner, se convertirá en el jefe de la oficina de Rousseff.
La propia Rousseff ocupó el cargo de jefe de gabinete de Lula da Silva de 2005 a 2010 y su desempeño y trayectoria en el cargo le dieron la suficiente proyección para suceder al expresidente en el poder.
Considerado un operador político consumado, Lula da Silva es visto como la mejor esperanza que tiene Rousseff para recabar apoyo para su gobierno y para su agenda de trabajo pues la podría ayudar a sellar alianzas con partidos de centro y derecha del Congreso brasileño y asegurarse el apoyo de movimientos sociales. El ex mandatario también es visto como una figura crucial para bloquear un juicio político en contra de Rousseff. acusada de malos manejos con fondos fiscales.
Los rumores de un posible nombramiento del ex mandatario se conocieron luego de que la semana pasada el ex presidente fuera conducido a una comisaría de policía para que respondiera a una serie de preguntas relacionadas con la investigación de corrupción que se centra en la petrolera estatal Petrobras.
La oposición reaccionó con vehemencia al esperado anuncio del miércoles. Otro ex presidente, Fernando Henrique Cardoso, criticó el nombramiento del que fuera su sucesor al decir que era «un error», según un informe publicado en el diario Folha de S. Paulo.
Analistas, por su parte, han dicho que el nombramiento de Silva debilitará a Rousseff.
«Dilma estaría dándole la presidencia a Lula», dijo Thiago de Aragón de la consultora política Arko Advice con sede en Brasilia. «Él se convertirá en el nuevo presidente».
Arango cree que Lula da Silva se haría cargo de decisiones clave en temas políticos y económicos y dijo que esa designación pone de relieve el «alto nivel de preocupación con un posible encarcelamiento (de Silva) y con que el gobierno de Dilma termine si se abre un juicio político en su contra».
Un análisis publicado en el diario Folha de S. Paulo dijo que el nombramiento de Lula da Silva marcaría efectivamente el final de la presidencia de Rousseff.
«En ese momento, en la práctica, el tercer mandato de Lula en la presidencia comenzará», dijo.
Lula da Silva era muy popular cuando dejó el cargo en 2010, pero su apoyo ha deslizado junto con la economía de Brasil y como el caso de corrupción Petrobras ha implicado a numerosos miembros de su Partido de los Trabajadores.
Hasta hace poco tanto Rousseff como Lula parecían estar exentos de la investigación de Petrobras pero el martes la Corte Suprema aceptó una declaración del ex dirigente del partido en el Senado, Delcidio do Amaral, que dijo que Rousseff estaba al tanto de las irregularidades en la estatal petrolera, que ella presidía antes de convertirse en presidente.
El escándalo también ha tocado a figuras de la oposición, entre ellas el presidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, que ha estado tramando un juicio político contra Rousseff en un caso distinto que involucra mal manejo de fondos fiscales.
El martes la Corte Suprema determinó que la esposa y la hija de Cunha pueden ser enjuiciadas por el juez que maneja la investigación de Petrobras. Los investigadores aseveran que las dos se beneficiaron de fondos ilegales extraídos mediante contratos suscritos con la estatal petrolera.
Amaral fue detenido a finales del año pasado por denuncias de obstrucción de la investigación de Petrobras y por la difusión el martes de su testimonio, un documento con cientos de páginas, que estremeció al mundo político brasileño.
En el documento, Amaral denuncia que Rousseff estaba al tanto de un plan para adquirir una refinería en Estados Unidos a un precio desproporcionado. Agregó que Lula da Silva le ordenó hacer pagos a otro político involucrado en el caso Petrobras, a fin de proteger a un amigo del ex mandatario.
Tanto Rousseff como Silva han negado repetidamente las acusaciones y la mayoría de los señalados en el documento han criticado las denuncias.
En una entrevista publicada el miércoles por el diario O Estado de S. Paulo, Amaral insistió en que su agenda y los registros de viajes confirmarán la veracidad de sus denuncias.
La turbulencia política de esta semana ha afectado negativamente a la divisa nacional y los mercados financieros y surge poco después de que ocurrieran masivas protestas en contra de Rousseff y del Partido de los Trabajadores.
Unas tres millones de personas salieron a las calles a protestar el domingo. Según los diarios locales, fueron las protestas más grandes en la historia de Brasil.
Rousseff se reunió con Silva durante más de cuatro horas la noche del martes y nuevamente en la madrugada del miércoles en la capital del país, Brasilia. Medios de comunicación locales reportaron que la intención de Silva de traer a algunos de sus aliados al gobierno de Rousseff había sido un punto de fricción entre los dos políticos así como el deseo de Lula de hacer cambios en la política económica vigente.
El jefe de gabinete es la mano derecha o el número dos del jefe de estado en Brasil. Analistas creen que el nombramiento de Lula da Silva eclipsará a Rousseff y que lo convierte en la figura más poderosa del actual gobierno.