Me ha sucedido que cuando me movilizo en un automóvil a una velocidad nada lógica y me dedico a observar, encuentro que:además del movimiento del vehículo hay muchos otros movimientos. Estos otros movimientos son todos diferentes. El movimiento del piso, del suelo de la carretera o autopista, que se desplaza en sentido opuesto a al desplazamiento del auto a la misma velocidad con la cual éste se moviliza.
El movimiento del borde de la carretera o autopista que se escapa a la vista con rapidísima velocidad. Conduciendo la mirada metódica y secuencialmente por planos sucesivos cada vez más distantes del borde de la vía, por el plano ligeramente ascendente del valle que a la distancia finaliza al pie de una alta montaña que se yergue allá en la lejanía, encuentro que cada uno de esos planos, en la medida en que se alejan de la vía, disminuyen a la vista su movimiento siempre al movimiento del auto. De modo que la velocidad en cada uno de esos planos es siempre menor.
La altiva montaña que se levanta allá al fondo donde termina el valle. Ese muro donde naturalmente muere el valle, no experimenta ningún movimiento. Se mantiene inmóvil, quieta, ingrávida. De manera que entre la montaña y los diferentes planos en los cuales, a ojos vista, he fraccionado el valle hay una variedad de movimientos. Al borde de la pista se aprecia que la velocidad es igual a la velocidad del auto. En el plano que sigue después del borde, la velocidad es imperceptiblemente menor. Y así, a medida que los planos se alejan con la mirada, se da un momento en el que la vegetación se mueve majestuosamente perceptible debido a que el movimiento disminuye con la distancia. De modo que el último plano, colindante con la montaña, el movimiento es casi imperceptible. La montaña, como lo dejamos dicho antes, permanece impasible, tranquila, quieta, enhiesta.
En conclusión: cuando nos desplazamos a alta velocidad por un paisaje de extenso valle, y sometemos a planos el movimiento del valle, encontramos que ninguno de los movimientos en los diferentes planos es igual al anterior ni al posterior. El movimiento, a pesar de la continuidad del piso del valle, y debido a la distancia cada vez mayor, disminuye. De aquí que, con el artificio de fraccionar visualmente el valle en planos sucesivos y cada vez más distantes, podemos entrar en contacto con la experiencia de la relatividad. En el caso que nos ocupa hemos demostrado de modo sencillo y práctico el fenómeno contundente del movimiento relativo. El movimiento en este y en todos los casos en los cuales la distancia lo fracciona es, a todas luces, relativo.
