El barrio Padre Orenis, que lleva el nombre de un abnegado y recordado sacerdote que durante unos cuantos años impartió la palabra de Dios a los duaqueños, es uno de los que cuenta con mayor cantidad de habitantes en la capital del municipio Crespo.
Ubicado al suroeste de Duaca, se calcula en unas 400 la cantidad de familias que le habitan, de acuerdo a Javier Quiroz, uno de los dirigentes vecinales de la zona.
“Aquí seguimos esperando nos llegue algo bueno de la llamada revolución porque hasta ahora no hemos recibido nada, puras promesas”, expresa.
Señala el caso de la única cancha de que disponen niños, adolescentes y jóvenes para practicar algunos deportes.
Recuerda que la misma fue construida hace unos 20 años y desde que José Moreno dejó la alcaldía no le han vuelto a dar mantenimiento.
“Dicen que la van a reubicar en otra parte, pero eso lo venimos oyendo hace tiempo y nada, sigue deteriorándose cada vez más”, afirma Quiroz.
También exige el embaulamiento del buco que pasa frente a la escuela del sector pues en varias oportunidades se ha desbordado e inundado viviendas y hasta el centro educativo.
Pero en el barrio Padre Orenis existen otros problemas, como el de las casas construidas hace seis años para albergar a damnificados de una inundación.
“No terminaron ninguna porque no hicieron bien los techos, no les pusieron tejas ni machihembrados y cuando llueve cae más agua adentro que afuera”, dice una de las vecinas exigiendo no le hicieran foto ni pusiéramos su nombre.
Según se conoció, el proyecto fue de Funrevi y tres contratistas encargadas de su ejecución “se fueron con la cabulla en las patas”, según otra vecina.
Además de los techos inconclusos o diferentes al proyecto original, a seis años de sus inicios todavía quedan casas a las que solamente les colocaron las vigas.
“Esos esqueletos son un ejemplo de lo que no se debe hacer, de que no hay interés en la alcaldía por atender las necesidades de los carentes de viviendas”, manifestó otra vecina luciendo una franela roja.
¿Y disponen de Mercal?, preguntamos.
Algunas veces viene, pero sólo le venden a los que se identifican como chavistas y a los demás nos dejan fuera descaradamente”, dijopor su parte un hombre, también vecino, quien igualmente no quiere aparecer.
Más adelante de ese lote de casas inconclusas está el callejón uno del Padre Orenis que, en realidad es apenas un camino dificil de transitar.
Cristóbal Castillo, habitante del sector desde hace muchos años, denuncia que hace tiempo obreros de la alcaldía retiraron el asfalto del callejón principal con la promesa de reponerlo pero se les olvidó.
Dijo que el callejón se convierte en un ríoe inunda las viviendas.
Con respecto al suministro de agua, informa que les llega por tubería, pero sólo en la noche y dos veces a la semana, cuando llega, porque no es siempre
“Aquí falta de todo”
La expresión corresponde a Pedro Medina, quien vive igualmente en el callejón uno del Padre Orenis, pero en la vía hacia El Cedral.
Dice que en los 57 años que tiene en el sector no ha visto ninguna acción oficial, y mucho menos durante el llamado gobierno revolucionario.
“Aquí tenemos problemas de vialidad, de agua, de alumbrado público, de seguridad, de viviendas, de todo, porque aquí la revolución no ha hecho nada por nosotros”, enfatizó Medina.
Dice que cuando hacen un opereativo de Mercal sólo se beneficia un grupito.
Por otra parte, las dirigentes sociales Yajaira Pacheco y Mery Rosa Vásquez, se refirieron al problema que representa el mal llamado crematorio, ubicado en los predios del barrio Padre Orenis.
“Ese basurero es un foco permanente de contaminación que funciona sin ninguna norma técnica y por lo tanto ya es tiempo de que lo reubiquen en otro sitio más alejado de la ciudad”, dice la profesora Pacheco, exconcejal.
Señala que varias veces se ha hablado de esa posibilidad pero cree que en la alcaldía de Crespo no ha habido voluntad política para hacerlo.
Recuerda que cuando Miguel Valecillos era alcalde de Duaca prometió su reubicación, pero terminó su mandato, llegó su esposa y ninguno ha cumplido.
Dijo que resulta una ofensa a la dignidad humana ver a mujeres, hombres y hasta niños hurgando entre la basura para recoger algunos desechos que luego venderán y que representa su modus vivendi, sin importar las consecuencias que aspirar esos malos olores representan para su salud.
Fotos: Elías Rodríguez