La figura del justiciero en México que hace un siglo todavía cabalgaba para atrapar a ‘los malos’ con un rifle dio un vuelco radical: ahora camina temerario, a cualquier hora, armado con la atemorizante aplicación Periscope.
Arne aus den Ruthen, el encargado de hacer cumplir los reglamentos de convivencia pública en la acaudalada delegación Miguel Hidalgo de Ciudad de México, puso en evidencia pública esta semana a Francisco Guzmán, jefe de la Oficina de Presidencia, al videograbar cómo sus automóviles obstaculizaban una rampa para discapacitados.
Guzmán pidió perdón en Twitter e incluso anunció que pagaría la multa correspondiente.
Armado con la cámara de su celular, el funcionario graba infracciones de ciudadanos que pueden ser vistas en tiempo real por usuarios de Periscope, una aplicación para teléfonos inteligentes.
A través de videos caseros difundidos en redes sociales, ciudadanos mexicanos de a pie han logrado que altos funcionarios renuncien a sus cargos después de exponer sus abusos o los de sus familiares.
Así fueron los casos del extitular de la Comisión Nacional del Agua que usó un helicóptero privado para hacer un traslado familiar o el del extitular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), cuya hija, apodada #Ladyprofeco, tuvo una actitud prepotente con los meseros de un restaurante.
La diferencia de Arne aus den Ruthen es que él es un servidor público recurriendo al mismo método. Hace cuatro meses puso en marcha el programa «Vecino Gandalla», un mexicanismo que hace referencia a una persona que abusa de su fuerza física o económica.
«Aquí no hay personajes de primera o de segunda, aquí todos van a cumplir con la ley», se escucha decir enfático en uno de esos videos a aus den Ruthen, quien se hace llamar «City manager» y va armado con un reglamento sobre multas por estacionarse sobre las aceras, tirar basura en la calle y otras por el estilo.
El funcionario se ha ganado algunos buenos sustos con esos «gandallas»: en una ocasión, el escolta de un empresario le dio un puñetazo en la cara tras pedirle a la policía que retirara su camioneta mal estacionada.
Las transmisiones en vivo de estos intercambios verbales entre el funcionario y los ciudadanos de un país donde la impunidad es rampante le ha granjeado a la delegación muchos simpatizantes, pero también críticos que consideran que el escarnio público atenta contra el derecho a la privacidad.
A la ombudsman capitalina, Perla Gómez, el tema le preocupa.
En entrevista con la AFP, Gómez, titular de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, explica que buscará la creación de un protocolo para este tipo de operativos porque considera que si no se reglamentan podrían estar en riesgo «conquistas» sobre «los límites que debe tener la autoridad».
«¿Conviene emplear la vergüenza pública para el cumplimiento de normas? El fenómeno es claro y no hay respuestas claras ni definitivas», expuso en días recientes en un artículo publicado en el diario El Universal José Antonio Caballero, experto en derecho del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE).
Arne aus den Ruthen ha sido acusado de grabar rostros de menores y personas ajenas a los delitos que documenta.