Intento entender algunas decisiones políticas en el ámbito mundial y en el caso venezolano que forman parte de la cotidianidad que nos revela el hecho noticioso. El tema es la responsabilidad política. Poco abordado, al lado de la tipología respectiva que la refiere más que todo a la jurídica (administrativa, civil, penal), con la dispensa de los juristas, y en el ámbito de la gerencia a la consabida responsabilidad social.
Dentro de la Teoría de la Democracia y de los Sistemas Políticos, se convendría en reconocer que la responsabilidad política es un elemento clave para el fortalecimiento del Estado, mediante un ejercicio adecuado de ella, por su incidencia positiva en la legitimidad, gobernabilidad y confianza en las instituciones, a la vista de los ciudadanos. El efecto multiplicador del ejemplo de los gobernantes, dirigentes y líderes, a partir del respeto y honra de la confianza depositada en cualquier organización, no está en discusión. El clima y la cultura se consolidan mediante un liderazgo responsable, en torno al poder, como dimensión poco estudiada en las organizaciones.
La responsabilidad política está ligada al respeto y honra de la confianza otorgada y a la legalidad de las actuaciones de los líderes o dirigente electos sobre los integrantes de una organización. De los gobernantes sobre sus gobernados; de los representantes sobre sus representados. Una forma de diluir esa responsabilidad política o de poner de manifiesto la ignorancia existente en tal sentido, tiene que ver con eso que denominamos la “pedagogía política”, en cuyo ejercicio deberían estar comprometidos –conscientemente- quienes están al frente de cualquier institución, empresa u organización perteneciente a la sociedad civil, en general; y, particularmente, cualquier ciudadano con una cultura política mínima, cuyo ejemplo, con su actuación, contribuya fortalecer los valores democráticos.
Si algún diputado, en una declaración pública señala que “la crisis que vive el país es responsabilidad de las políticas públicas”, está claro que o ese dirigente o el periodista que así tituló la noticia, son unos irresponsables políticos. Porque una cosa es cierta, detrás de la práctica social quienes las instrumentan son los líderes, los que toman decisiones, los encargados de instrumentarlas, no los mecanismos ni los procedimientos.
Que una cosa es la responsabilidad política y otra es la responsabilidad jurídica o penal, es como para abonarlo al debate. Más de un dirigente político, gobernante o funcionario o ciudadano, por la vía del procedimiento instruido, ha escapado a la responsabilidad. Ni qué hablar de aquellos que movilizan la opinión pública sin ningún asomo de culpabilidad por las consecuencias de sus actos, con la complicidad de sus dirigidos y de otras organizaciones similares como en el caso de los partidos políticos.
El Ministerio Público logró privativa de libertad para Steven Ricardo García (24 años) por su presunta responsabilidad en la muerte de la profesora universitaria de nacionalidad chilena Gisela Rubilar, hecho ocurrido el 9 de marzo, en la avenida Los Próceres, en Mérida, según reseña UN (Domingo, 07/ 02/ 2016).
Hace quince años el Papa Juan Pablo II, pronunció el histórico mea culpa de la iglesia por todos los pecados cometidos en más de 2000 años, incluyendo la las Cruzadas, la Inquisición y el Holocausto. En su reciente visita a México, el Papa Francisco, en actitud similar, en Chiapas (México), a propósito de la exclusión que vive el pueblo indígena, expresó: “Que bien nos haría a todos un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!”