Después de su ascenso al Trono de Pedro, el Papa Francisco le ha dado a la Iglesia Católica un giro espiritual que ha conmocionado no sólo al mundo cristiano, sino también al político del hemisferio occidental, con importantes repercusiones en el universo religioso en general. Cada gira confirma su pensamiento que abarca y actualiza la Doctrina Social de la Iglesia, que mediante la Encíclica Rerun Novarum el Papa León XIII alertó a la feligresía y a la jerarquía misma del catolicismo, de los peligros que corrían si no de desaparecer, de perder paulatinamente su influencia en millones de cristianos que por los anacronismos de la época la abandonaban y no sólo le facilitaban la prédica a otras religiones desprendidas de El Vaticano, sino también al comunismo, a cuyo Manifiesto de 1848 respondía su Santidad León XIII.
Después de un toque técnico, religioso y político en el Aeropuerto de La Habana, para entrevistarse con el Patriarca Kirill, de la Iglesia Cristiana Rusa y dejar un Mensaje de Unidad Cristiana, convivencia con todas las otras religiones y de paz para la humanidad, Francisco I siguió su viaje a México, el país de habla hispana con el mayor número de católicos, apostólicos y romanos, donde tuvo un impacto trascendental tanto religioso como político, al referirse a los problemas espirituales que confronta la Iglesia Católica en el mundo de hoy, a los problemas socio económicos que enfrentan millones de pobres en América Latina y en el universo, y en particular a las desigualdades de la sociedad mexicana.
La palabra del Papa Francisco ratificó, como lo hizo en todas sus giras, la necesidad de acabar con una iglesia burocratizada que circunscribe o limita a muchos de sus sacerdotes a decir o cantar una misa, sin vincularse con los más humildes hombres y mujeres que padecen una inhumana y anticristiana miseria que los induce a toda clase de delitos para sobrevivir. Como en Brasil y otros países como Bolivia, Ecuador y Paraguay reiteró el llamado a sus pastores para que bajen del mundo celestial a que los induce un evangelio divorciado de las nuevas realidades que fenómenos como la globalización y las nuevas tecnologías de la comunicación social crean en la sociedad contemporánea. Con el rescate de la Doctrina Social de la Iglesia su Santidad Francisco ha iniciado un profundo cambio en el seno del catolicismo. Quiere que vuelva a sus orígenes de humildad y de práctica de un verdadero apostolado, como la planteó el Papa Juan XXIII en el Concilio Vaticano II.
Pero si bien la prédica del Papa Francisco ha estado dirigida en lo fundamental a los sacerdotes que forman parte de la estructura eclesial, como corresponde a su rol de Santo Padre de la Iglesia, la repercusión de sus palabras ha tocado también a los políticos, que aplicando ideologías fracasadas, han engañado, explotado y mantenido en la miseria humana a millones de seres que no han vivido ni encontrado las condiciones necesarias y favorables para superarse.
Para un cristiano con sensibilidad social, cualquiera sea la posición que ocupe en los rangos creados en la sociedad moderna, la presencia y la palabra del Papa francisco en América Latina, debería resultarle una guía para orientar y conducir sus actividades religiosas, de acuerdo a una nueva prédica que rescata la Doctrina Social de la Iglesia, abandonada por muchos pastores, más influenciados por la tradición de la inercia y las invocaciones a una fe, sin contenido social. El Papa Francisco exige el riesgo de vivir al lado de los más necesitados, aunque sea en el interior de una favela brasileña o en un barrio pobre de Venezuela.
En tierra de los aztecas se pronunció por un nuevo México, del que no se tenga necesidad de emigrar para buscar una vida mejor, por la inclusión de los indígenas al progreso que ha impulsado la ciencia y la tecnología de nuestro tiempo, contra el narcotráfico, traficantes de la muerte.
Del contenido de los discursos del Papa Francisco se deduce que estamos en presencia de un gran líder mundial y de la Iglesia Católica, que marca una pauta no sólo para los sacerdotes, sino también para los laicos. El llamado a la paz en Colombia, a la juventud para que defienda su futuro, para que no se lo deje quitar por parte de políticos inescrupulosos, que buscan el poder para beneficio personal, constituye una nueva doctrina para la civilización universal.
Todo indica que el nuevo liderazgo de su Santidad Francisco no sólo va dirigido al rescate de una Iglesia penetrada por la indiferencia ante graves faltas de algunos de sus pastores, sino también a contribuir a un mundo más humano, al servicio del hombre y no de las ideologías.