El médico golpea ligeramente las rodillas de Zulay Balza con un martillo y ella no se siente nada, ni mueve las piernas. Tampoco puede apretar los dedos o cerrar los párpados. Su cara está parcialmente paralizada.
“La debilidad me empezó en las piernas, eso fue ascendiendo hacia arriba y la cara fue lo último», dijo Balza, de 49 años. “A los tres días ya no podía caminar».
Balza es paciente en el Hospital Universitario Erasmo Meoz de la ciudad de Cúcuta, en el epicentro del brote del virus del zika en Colombia, el único país con más casos de la enfermedad en la región a excepción de Brasil.
Hace dos semanas Balza cayó víctima del síndrome de Guillain-Barre, una extraña enfermedad que algunas veces puede ser fatal y que es la causa más común de la parálisis general.
La alarma que ha generado el zika por todo el continente se ha centrado, principalmente, en los casos de niños que nacen con defectos de nacimiento, pero los médicos que atienden las personas enfermas por el virus tienen pocas dudas de que ha habido un aumento en los casos del síndrome de Guillain-Barré relacionados con la enfermedad que esparce el mosquito.
La Organización Mundial de la Salud dice que estos casos han aumentado en Brasil, Colombia, El Salvador, Surinam y Venezuela, y atacan a quienes padecen el zika, aunque la conexión médica con el síndrome aún no ha sido demostrada.
El trastorno, que históricamente sólo golpea a una o dos personas de cada 100.000, mata a una de cada 20 personas que lo padece y cuando ocurre es temible.
“Creí que se me iba a estallar el cuerpo», dijo Balza sentada en la cama del hospital y cuando, aparentemente, lo peor ya había pasado.
El síndrome de Guillain-Barré ataca a los nervios musculares como si fueran un enemigo invasor. La motricidad fina rápidamente se pierde, los brazos y las piernas empiezan a hormiguear y luego se debilitan con un entumecimiento. Los pacientes pierden el equilibrio y la capacidad de hablar. En casos poco frecuentes, los enfermos requieren de ventiladores para mantenerse con vida.
El síndrome generalmente ataca después de una infección bacteriana o viral, como la gripe, el VIH o el dengue, aunque su causa no siempre se puede determinar.
El médico Jairo Lizarazo, el neurólogo que lleva el tratamiento de Balza, ha visto que los casos han aumentado más de diez veces más desde diciembre (30 casos en total), en Cúcuta, una ciudad bochornosa y fronteriza con Venezuela. Al igual que Balza, muchos pacientes nunca padecieron los síntomas característicos de zika: fiebre, erupciones cutáneas, dolor en las articulaciones y conjuntivitis. Cuatro de cada cinco pacientes no desarrollan síntomas.
El médico está convencido de que el zika ha aumentado la susceptibilidad del síndrome de Guillain-Barré.
“Sí, es una asociación epidemiológica, no sabemos exactamente cómo funciona, pero epidemiológicamente, sí existe», dice Lizarazo.
Los casos del síndrome asociados con el zika ascienden a los cientos, confirmó de The Associated Press. Se cree que los casos de Guillain-Barre que han cobrado la vida de tres personas en las últimas semanas en Colombia también han estado vinculados al zika mientras que autoridades sanitarias de Venezuela han atribuido otras tres muertes al mismo síndrome y a su conexión con el zika en Venezuela.
La OMS dice que ha confirmado la presencia del virus del zika en una muerte relacionada con el síndrome Guillain-Barré, en el estado de Zulia, al noroccidente de Venezuela, en enero.
La doctora María Lucía Brito Ferreira, neuróloga jefe del Hospital da Restauração en Recife, Brasil, dijo que espera obtener confirmación, a través de pruebas de laboratorio, de que las nueve muertes por Guillain-Barré registradas en el último año en ese lugar están relacionadas con el virus del zika.
Los casos de síndrome de Guillain-Barré en Colombia, unos 450 al año antes de que el brote del zika apareciera, aumentaron casi tres veces en el último mes y medio.
El Salvador ha reportado 118 casos desde noviembre, casi la misma cantidad de casos que reporta en un año. La única explicación es el virus del zika, dijo el viceministro de Salud, Eduardo Espinoza.
El doctor Osvaldo Nascimento, uno de los neurólogos más importantes de Río, estima que los casos de Guillain-Barré en Brasil han aumentado cinco veces. Pero como hacer reportes de las enfermedades no es obligatorio en Brasil, hay una cifra parcial de 1.868 casos de enfermos de Guillain-Barré que han sido hospitalizados durante el año pasado.
El recrudecimiento de Guillain-Barré fue documentado en 2013 durante un brote importante de zika ocurrido en la Polinesia Francesa. Un estudio documentó un aumento de casos de hasta veinte veces.
La OMS dijo que los 42 casos registrados en ese archipiélago del Pacífico dieron positivo para zika y dengue, enfermedades que también están presentes en Colombia, Venezuela, Brasil y otros países afectados por la enfermedad.
Los anticuerpos para los virus del dengue y la chikungunya, que debilitan más que el zika, a veces se encuentran en los pacientes infectados. Esta circunstancia hace mucho más difícil establecer un enlace directo entre el zika y los casos del síndrome Guillain-Barré.
Al igual que el zika, el dengue y la chikungunya son transmitidos por el mosquito Aedes aegypti, que también podría desencadenar el síndrome Guillian-Barré, según expertos.
En circunstancias normales, casi ocho de cada 10 pacientes se recuperan casi completamente de Guillian-Barre, aunque a veces la recuperación toma meses.
Los datos de Guillain-Barré son precarios en la mayor parte del mundo en vías de desarrollo. De 18 países que participan en un estudio clínico que actualmente realizan médicos holandeses en 2012, sólo dos son de América Latina: México y Argentina. Brasil acaba de unirse.
A lo largo y ancho de la región, los investigadores han sido incapaces de lograr que sus gobiernos financien las investigaciones, dijo el médico Ken Gorson, neurólogo de la Universidad de Tufts y presidente electo de una fundación internacional que combate el síndrome de Guillain-Barré.
Los países pobres de la región no estaban preparados para manejar la crisis.
El Instituto Nacional de Salud de Colombia está abrumado con solicitudes que ya tienen semanas de haberse hecho, para que realicen pruebas de zika y de su relación con el síndrome.
Las tres muertes por Guillain-Barré que el Ministerio de Salud del país atribuyó al zika el cinco de febrero pasado, aún no han sido confirmadas por pruebas de laboratorio, dijo el portavoz del Instituto, Ricardo Amortegui. Tampoco las tres muertes ocurridas en el estado venezolano de Lara, anunciadas la semana pasada.
El deceso por Guillian-Barré de un hombre de 51 años de la isla caribeña de San Andrés, y que murió en noviembre en Colombia, ha sido considerada como sospechosa de estar vinculada al zika, dijo Rita Almanza, Jefe de Epidemiología en Medellín.
Los otros casos fueron los de un hombre de 45 años y una mujer de 41 años en el poblado de Turbo, en la zona de Urabá en la costa Caribe, y que murió en Medellín en febrero.
El síndrome también afectó a Nancy Pino, en la vecina Venezuela, y tuvo efectos devastadores.
Pino, una pensionada de 68 años y que trabajó como administradora de una escuela, tuvo fiebre, erupciones cutáneas y dolor muscular durante la celebración de la Navidad con su familia en el estado de Anzoátegui, en las llanuras cálidas de Venezuela.
Se recuperó rápidamente. Pero días después, sus manos y sus pies se entumecieron. Sentía su lengua adormilada y luego dejó de comer.
Cuando su familia la llevó a un hospital de Caracas apenas podía caminar.
Postrada en la cama, pronto perdió la capacidad de hablar y de respirar. Los médicos la conectaron a un respirador.
“Fue tan rápido», dijo su hija Nihara Ramos entre sollozos. “Era como una vela consumiéndose desde sus pies».
Los médicos le diagnosticaron Guillain-Barré a través de una punción lumbar, cuando antes tenía zika, y a los familiares le sugirieron comprar inmunoglobulina, un tratamiento costoso que busca una serie de anticuerpos sanos provenientes de cientos de donantes. Gorson dice que ese tratamiento cuesta entre 15.000 a 45.000 dólares en Estados Unidos.
La familia, apretada en ingresos por la crisis económica de Venezuela, no pudo pagarlo.
En menos de tres semanas, una mujer que subía a pie y sin problemas los siete pisos de su apartamento, había muerto.