La coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, María de la Luz Estrada, se mostró satisfecha con el mensaje que el papa mandó el sábado a la jerarquía católica y política para que no se dejaran corromper y se acercaran más a los creyentes, pero echó en falta un discurso más contundente en Ecatepec.
«Lamentamos que no hubiera un mensaje fuerte de solidaridad a las familias de víctimas de feminicidios y desapariciones» ni referencias «a la discriminación de las mujeres». «Se está quedando en lo general ante problemas muy concretos y eso es lo que quieren las autoridades. Todavía siento que nos debe esa palabra», dijo el domingo.
Lucía Ramírez, una maestra de 47 años, residente en este suburbio a las afueras de la capital y que fue el domingo a la misa, coincidía aunque era menos crítica.
«Tiene razón el papa en lo que le dice a nuestros obispos y nuestros políticos. Somos gente buena, trabajadora y valiente pero los traficantes de muerte se han apoderado de Ecatepec y de México. Como él dice, con el diablo no se dialoga, porque vamos a perder siempre, sino que se le combate con amor al prójimo y siendo mejores personas» afirmó bajo el intenso sol.
«Los males que ha enumerado el papa se extienden incluso dentro de las propias familias», dijo otra señora, María Luz Peña, de 63 años que también siguió la celebración del domingo a la que asistieron unas 300.000 personas.