Desde el confesionario de mi propia conciencia, entrego estas reflexiones. Como uno imagina que ocurre con quien las comparte con sus lectores mediante un artículo de opinión. La motivación proviene de la lectura dominical, entre tantas noticias y criterios, me encuentro con un título singular, de continuidad: “Del comunismo a la perversión (II)” (Ultimas Noticias, 7/02/2016), de la profesora universitaria Gloria Cuenca. Interesante, incita a pensar. Allí, de manera coloquial, combina lo anecdótico, con recomendaciones de autores y obras, para sustentar sus argumentos. Se refiere, a la pregunta y comentario de su joven nieta, que despierta su asombro: “Abuela, ¿cómo? ¿fuiste comunista? No lo puedo entender.
A fin de cuentas, yo tampoco. El diálogo constructivo ante el vacío explicativo de un joven que persigue su formación, transita por otras vías. Sin que me la entregaran ni me hablaran de las normas que regulan el sistema universitario y la condición de docente e investigador de quien se aprestaba a iniciarse en el ejercicio de ese noble oficio, formado en otra profesión, no me resultaba extraño el contenido de la Ley que regula la materia. Imborrable, a manera de letanía religiosa, la celebérrima referencia, tantas veces denostada, por la práctica del denominado “curriculum oculto”, ese vicio que contribuye al adoctrinamiento, en nombre de la no menos sacrosanta “libertad de cátedra”.
“La universidad es una comunidad de intereses que agrupa a profesores y estudiantes en la búsqueda de la verdad”. De la apertura a las diferentes corrientes del pensamiento universal, el debate y el pensamiento crítico, pareciese que es poco lo que queda. Hablar de los orígenes del Estado y las diferentes teorías que intentan explicarlo, resultaría una herejía, para quienes pontifican desde su propia ideología. Trátese del liberalismo y sus virtudes y defectos. O del comunismo y su etapa de transición: el socialismo. De los sujetos de la historia, protagonistas y responsables, cada quien se comportará como en los tiempos del comercio en la Venezuela premoderna, hasta hoy: “cada pulpero alabando su queso”.
El comunismo, el capitalismo y cualquier otro modelo, dentro de su diversidad, al momento de asumirlo como práctica para desarrollarlo como proyecto político, con base en una teoría o doctrina, históricamente contiene sus propias aberraciones, promovidas por quienes se encargaron de llevarlo a ejecución.
Ciertamente, la desaparecida URSS, como experimento social fue un fracaso. Igualmente, la Alemania Nazi. Pero los horrores de la guerra y los responsables de esa gestión gubernamental, atroz por sus consecuencias nefastas para la humanidad, no están solo de ese lado de la acera. Ni en ninguna parte del mundo, ni aquí en nuestro bello país.
Coincidencialmente, me encontraba leyendo: “Guantánamo. Diez años” (Emma Reverter), texto bien documentado acerca de la cárcel creada por el gobierno de Bush, a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Pero hay más. En la misma edición periodística donde aparece el citado artículo, leo que por presiones de la Unión Estadounidense por las Libertades Cívicas, el Pentágono se vio obligado a publicar las fotos que prueban los casos de violación de los derechos humanos de prisioneros. (Edición dominical, 7/02/2016).
El intelecto que contrasta, evadiendo el pensamiento único, incluye enterarse de las estrategias del Partido Socialista Obrero Español para formar gobierno; además: ¿Insólito? El precandidato demócrata en EEUU, Bernie Sanders, se autocalifica de socialista.