La crisis recién descubierta por Maduro se ha agudizado en los últimos días, llegando a niveles de drama y tragedia colectiva. Conseguir la medicina para sobrevivir y comprar algo de comida cada día, es cada vez más difícil. Mientras tanto los puertos están vacíos, el aparato productivo destruido y los petrodólares ya no alcanzan, salvo para hacer un Congreso de Enchufados.
De nada sirvieron las exportaciones indiscriminadas, la designación de un nuevo enchufado como “superintendente de colas”, el decreto de estado de excepción en la frontera, la gira de Maduro por el mundo con el fin de subir el precio del petróleo, ni la creación de nuevos ministerios como el de agricultura urbana. El pueblo de cola en cola, y el Gobierno de fracaso en fracaso.
Ya sin ideas ni capacidad de reacción, a Maduro solo se le ocurre llamar a los mismos empresarios que ha perseguido durante años tan solo para endosarle algo de responsabilidad con un ejercicio inútil de retórica que evidencia aún más la esterilidad del Gobierno. Mientras tanto la cuña sobre el aumento de la gasolina volvió al aire luego de un año de su estreno, sin que pase nada. Ninguna medida, ninguna propuesta, ninguna esperanza. La emergencia es política y la crisis se llama Maduro.
Ante esta trágica situación el liderazgo político debe avocarse o buscar mecanismos para una transición democrática que le permita al pueblo la elección de un nuevo presidente que tenga la capacidad, legitimidad y autoridad suficiente para emprender una agenda de rescate económico para superar la crisis reactivando la producción nacional y revalorizando nuestra moneda. El PSUV debe considerar responsablemente pedirle la renuncia a Nicolás Maduro para abrir el camino. Mientras que en la MUD debemos declararnos en sesión permanente para impulsar en la Asamblea Nacional los tres pasos prioritarios para el cambio definitivo, a saber: 1) Decretar la Amnistía para la liberación de los presos políticos y la reconciliación del país, 2) Modificar la composición del TSJ y nombrar nuevos magistrados sobretodo en la Sala Constitucional, y 3) Aprobar una Enmienda Constitucional para reducir el periodo presidencial, eliminar la reelección indefinida y convocar a elecciones presidenciales este mismo año en conjunto con la de gobernadores.
No nos cansamos de repetirlo: La mejor medida económica es cambiar de Gobierno. Lo demás es distraernos mientras el pueblo más humilde sufre las consecuencias nefastas de retardar el cambio necesario.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.