La comunidad de La Chata tiene más de 20 años de existencia, es una de las zonas más nóveles y pujantes de la zona norte de Barquisimeto, pues en ella converge el comercio de manera activa a través de pequeñas bodegas particulares. Sin embargo, como en todo espacio territorial existen necesidades.
En La Chata esperan la mano amiga de los entes oficiales para que los ayuden a desarrollar todo el potencial que reside en la comunidad.
Problemas a granel
Con la llegada del nuevo siglo, ya la comunidad contaba con los servicios básicos como agua, electricidad y telefonía móvil gracias a la gestión de la junta de vecinos que manejaba los recursos económicos bajados a la comunidad sin distinción de ningún partido político.
Se realizaron las correspondientes elecciones para escoger a los representantes del consejo comunal tal y como lo establecía la ley y se empezó a trabajar.
Los servicios públicos como asfaltado, alumbrado, colocación de cloacas y aguas servidas fueron parte de los beneficios que la comunidad logró conseguir con la llamada Ley de Comunas.
A pesar de que se eligió un nuevo consejo comunal hace poco, los esfuerzos han sido infructuosos, ya que los recursos no fueron aprobados para la ejecución de todas las obras que se tienen planificadas para la comunidad.
Nancy Freitez, vocera de salud del consejo comunal de «La Chata», recalcó la necesidad de construir un Centro de Desarrollo Integral en el barrio, para atender a los más necesitados de este espacio territorial.
Por su parte, Xiomara Rodríguez, vocera de Contraloría del consejo comunal «La Chata» afirmó tuvo lugar la primera reunión de este ente en la comunidad, en la que se explicó cuáles serán las acciones a ejecutar en el presente año.
Otra de las voceras, María Heredia, manifestó que se tiene previsto renovar los proyectos de electrificación y construcción de una cancha deportiva para los jóvenes de la comunidad. Y aprovechó para exhortar a las autoridades gubernamentales a dejar un lado las rencillas y unirse para sacar al país de la situación en la que se encuentra.
Lisbeth Rivas, vecina del sector recalcó que se siente afectada por el problema del agua, pues el servicio es irregular, pese a que lo paga puntualmente. Además señaló que a los vecinos que no pagan la factura, no les suspenden el servicio.
Uno de los problemas más graves en la comunidad es la inseguridad. «Da dolor ver cómo están perdiéndose esos muchachos que uno ha visto crecer desde pequeños por culpa de las drogas», lamentó Guillermo Romero, vecino de la zona.
El barrio también cuenta con asfaltado propio, gracias a un proyecto que fue ejecutado por el Gobierno Nacional a mediados del año pasado, pero tuvo que ser refaccionado tras la aparición de huecos en las calles.
De igual manera, el barrio cuenta con una casa comunal desde hace siete años, pero no se encuentra en condiciones de ser habitable, por falta de servicios públicos e iluminación, lo cual la hace blanco fácil de la inseguridad.
¿Qué esperan?
La comunidad se encuentra a la espera de la culminación de un proyecto para inaugurar su propia cancha deportiva techada, al igual que solventar el problema del racionamiento de agua.
Al respecto, Enner Ballesteros, presidente de la comisión de deporte del consejo comunal La Chata, comentó: “Estamos esperando la orden de los organismos municipales para poder empezar a laborar en este proyecto para beneficio de nuestros muchachos”.
Cabe destacar que este proyecto fue aprobado por la Alcaldía del Municipio Iribarren hace aproximadamente seis años, pero no ha sido ejecutado ya que las instancias oficiales no se ponen de acuerdo. El terreno ya fue aprobado y medido para este proyecto.
Naudy Silva, también habitante de la zona, acotó que es necesario un espacio de recreación para la juventud, para evitar caer en la ociosidad. Además, invitó a los habitantes de La Chata a permanecer unidos a pesar de las circunstancias, y también hizo un llamado a Corpoelec a mejorar el alumbrado de la comunidad ya que las calles oscuras se prestan para los robos y la inseguridad.
Yaneth Carucí mostró preocupación por la precaria situación en la que se encuentra el sistema eléctrico de La Chata, ya que esto genera zozobra en los padres y representantes, porque limita el tiempo de esparcimiento de sus hijos: «Yo tengo a mi hijo de 12 años, a quien podría dejar que juegue toda la tarde, pero con esa calle tan oscura, me da pavor que le pase algo», expresó inquieta Carucí, quien tiene 21 años viviendo en la comunidad.
La Chata no escapa a la realidad de la política venezolana, y por ello, sus habitantes piden que se superen las trabas burocráticas, una de las razones que han impedido la respuesta efectiva a las necesidades de la comunidad.