“La historia del hombre espera con paciencia el triunfo de los ultrajados”. R. Tagore
En los escenarios internacionales Nicolás Maduro se jacta de que han ganado 18 elecciones, queriendo dar muestra de lo democrático del régimen, igual la Canciller Rodríguez ha iniciado una cruzada para enarbolar las bondades de nuestra democracia. Entendemos que al tratar de exaltar algo que es tácito, es porque se está al tanto de sus debilidades y defectos, por ello muy diligentes insisten en alabar nuestro sistema que está en entredicho, no solo en casa, sino a escala mundial.
El caso es que el 6D en el espacio y ámbito democrático que precariamente conservamos se realizó la jornada electoral parlamentaria, constitucionalmente programada y que el propio régimen promovió, sacó del ataúd a “aquel Señor” para que hiciese campaña al oficialismo, y en un acto mediático firmaron con pompas el compromiso de respetar los resultados de los comicios.
Finalizada la votación, el Poder Electoral emite el resultado favorable a la Unidad Democrática sin objeción alguna, seguidamente el Ministro de la Defensa avala el comportamiento cívico del pueblo, de la Fuerza a su mando, y el primer mandatario afirma que ganó la democracia y la Constitución, reconociendo el triunfo avasallante e indiscutible de la Alternativa Democrática representada en la MUD.
Pocas horas pasaron y el país comienza a recibir los mensajes que envía el régimen, que describen la naturaleza y enseña el rostro antidemocrático de su dogma. Terminemos de entender que estamos frente a la cubanización de un gobierno aferrados al poder a como dé lugar. Un régimen que apela a una serie de argucias para apaciguar a sus acólitos y deslegitimar el triunfo electoral de la oposición, que no es otra cosa que la respuesta contundente y mayoritaria de la voluntad popular a la catástrofe en la que nos han sumido.
El 5 de enero se instaló la AN, con cara renovada y con la mayoría calificada de parlamentarios democráticos que le dan a este Poder Público las funciones constitucionales que le corresponden, frente a los demás Poderes que se resisten a interpretar la realidad y el mensaje de cambio que pide el país. Difícil es aceptar tal verdad cuando comienza a precipitarse la caída del régimen en un tiempo que no podemos visualizar “por ahora”, pero es el principio del fin.
Ante este dilema más temprano que tarde habrá de tomarse alguna salida constitucional porque los meses venideros serán tan devastadores como los anteriores; la elite gobernante tiene el norte perdido porque sabe que tienen que rendir cuentas por todos los desmanes y el saqueo cometido a la república. El sentido común nos indica, cuan difícil será para la “oligarquía chavista” dar la cara a la justicia y responder por estos años lúgubres que ha vivido Venezuela. Hagamos votos para que el nuevo “Congreso Nacional” comience a abrir la compuerta hacia la recuperación de la institucionalidad democrática y el resurgimiento de la paz y el progreso del país.
