El día que precede a la festividad de la Divina Pastora es especial. La tradicional vigilia es el momento para que el creyente sostenga un encuentro íntimo con ella, pese a la multitud.
Desde el arco principal de Santa Rosa se apreciaba las personas que salían y entraban, las primeras pasaron de visita, las últimas llegaban para quedarse.
Buscaron un lugar dentro de la Iglesia, una ubicación perfecta para mirar a los ojos a la Madre de Dios mientras se disponían a celebrar los santos misterios, participando de ellos cantando salmos, y cumplir con la vigilia que le ofrecieron.
Era la primera vez que Lorna Martínez asistía a la ceremonia, sufre de pánico y claustrofobia, pero este año decidió ser partícipe del acto de amor por la Divina Pastora a cambio de una petición especial.
A su lado estaban las hermanas Alvarado, residentes de San Miguel, comunidad de la vía hacia Quíbor. Por sexta vez participaban en el encuentro de los fieles devotos de la Virgen.
Otro grupo de creyentes se situó en la plaza Bolívar de Santa Rosa para escuchar los cantos religiosos, aunque este año faltó la ya tradicional serenata.