¡Feliz año, lectores! Los cantares fue el “género”, digámoslo así, muy cultivado en la Edad media. Con ellos se componían los cantares de gesta: “el cantar del Mío Cid”, “el cantar de los nibelungos”, “el cantar de Rolando”, etc. Carmina Burana es un cantar. Carmina procede del latín: Cármén, más “inis”, igual a canto, cántico, cantar, poema. En árabe Carmen significa jardín; Burana es un adjetivo gentilicio que viene de Bura, nombre latino de un pueblo alemán: Benediktbeuern: canciones de la edad media de los siglos XII y XIII, que se conservan en un códice encontrado en l803 por Johann Cristoph von Retin en la abadía de Bura, Baviera.
Carl Orff, compositor alemán nacido en Múnich el 10 de julio de 1895, constituyó para la Alemania de la segunda guerra mundial la alternativa de la vanguardia. Schömberg e Hindemith se fueron a los Estados Unidos y Richard Strauss regresaba al tradicionalismo. Orff se dedica a la investigación del sonido y del ritmo formal e histórico. En 1935 conoció los cantares medioevales Carmina y compone con ellos su celebrada Carmina Burana. En ella se celebra la vida y sus placeres sensuales como los vivieron los poetas goliardos de la edad media.
La fuerza de su música trasciende. La escribió para solistas: soprano, tenor y bajo; coro mixto. La introducción es un soberbio himno a la
volubilidad de la suerte. Continúa con la celebración de la llegada de la primavera. Sigue con una invitación al amor donde alternan solistas y coros. Una de las más vibrantes y dramáticas partes la constituye el vagabundo que canta a la libertad, un pato asado se lamenta de su triste suerte y un coro de borrachos celebra la indiferencia ante la muerte. Destacan la diversidad de cantos de amor. Concluye la obra con la repetición del primer coro.
La obra está surcada de un deliberado arcaísmo armónico y una obsesión rítmica; valores primarios, según el autor, e instintivos de la música.
A falta de otros recursos, el hombre medieval aplicó con todo aquello que lo acobardaba y le sembraba el miedo a cantarlo, como sucede con esta obra y con todos los cantares de gesta tan propios de la literatura y de la música de la Edad media.
Carmina Burana es un trabajo verdaderamente estimulante tanto por su desprejuicio como por el vigor de los sonidos. Me parece que es una buena recomendación para que se la oiga en estos días, en la seguridad de que quienes la escuchen se sentirían estimulados. ¡Adelante, entonces, a oír buena música que los días nuevos demandan!