Cardenales sufrió mucho antes de gozar bastante. Batalló cuatro horas en el Universitario para anexarse un triunfo que vale oro en el camino espinoso hacia la clasificación. Su relevo, que ha cambiado sustancialmente, fue uno de los responsables directos.
Yoanner Negrín metió dos ponches con tres en bases en el segundo, tras un César Jiménez que no ha podido recuperar su efectividad a lo largo del torneo. El cubano se descompuso en el tercero, pero luego retiró nueve en fila y entregó cuentas frescas a Yoervis Medina, a quien le empataron el choque con un wild, pero estuvo dominante.
La parte final fue de espanto y brinco porque Peter Tago entró para ponchar a Sardiñas cerrando el octavo y se enredó en el noveno por dos bolazos y un sencillo de Odubel Herrera. Entonces, con dos abordo sin out le metió una curva y par de rectazos a Alex Cabrera, fusilando también con centellazos a José Martínez, quien discutió airadamente con el lanzador y buscó una gresca. El tirador norteño se descompuso golpeando a González y llenó las bases antes de cerrar con par de rápidas y una gran curva frente al emergente Raúl Padrón.
Un bambinazo de dos marcas de Héctor Giménez fue clave para revivir a su club y empatar a tres en el quinto, y no menos importante la agresividad de Ildemaro Vargas -con cuatro hits en la noche- para anotar tras un triple suyo con una rolata al pitcher en el primero, y de Paulo Orlando robando segunda antes de anotar la ventaja 5-4 en el séptimo. Más allá de eso, Lara se aferró a un quinto puesto que significa mucho, con juego y medio sobre los Tiburones, a tres fechas del final.
El careo de esta tarde a las cinco contra el Caracas debe ser un llenazo en el “Antonio Herrera”. Raúl Rivero puede colocar a los guaros a punto de caramelo. Pero nada está listo. Y escrito mucho menos.