Habrá que pedir ayuda a la fe de los creyentes y al raciocinio de los ateos, para encontrar el sentido común necesario a todos y cada uno de los venezolanos, incluyendo a quienes no votaron, no militan y/o no se interesan por las discusiones actuales, para entender y respetar las razones que permitieron que el 7 de diciembre tuviéramos al despertarnos, la sensación de haber sido visitados por el Niño Jesús o formar parte de la celebración sanareña del Día de los Inocentes.
Habrá que insistir a los “cabezaduras”, que lo ocurrido el seis puede ser tomado como un fenómeno político muy interesante, que bien podrá ser objeto de estudios futuros. Atribuir a la “sabiduría popular” lo ocurrido, es quitársela a quienes votaron por el gobierno, al arrimar la sardina para la brasa de su fogata, mientras se olvidan las muchas lecciones de la Historia, entre las cuales resalta el hecho de que grandes cambios están encaminados por terribles equivocaciones.
Habrá que pedirles una y otra vez a quien cree en todo lo que reciba twits o mensajes electrónicos, que revise línea a línea lo que pretenda “envirar”, pues muchas veces, el segundo párrafo anula lo que dijo en el primero y hasta en el que viene después. El estilo “patchwork” vale en los tendidos de cama, pero jamás en los análisis sujetos a la inmediatez de un mensaje reenviado por celular. Conozco algunos demócratas convencidos, que por no leer con cuidado los mensajes, terminaron exaltando, agradecidos, al Jefe del Comando Estratégico, por haber cumplido su deber de mantener a las FAB en su rol de garantes del respeto a la voluntad popular. Como si hacerlo, no fuese parte de las obligaciones para quienes cumplieron y cumplen tales funciones, aquende y allende los mares.
Habrá que recordar a los cabeza calientes, que debe respetarse al oponente político, que la nueva Asamblea Nacional no podrá ni debe hacerlo, repetir los desmanes y tropelías de lo que será pasado el 05 de enero. Por formar parte de la solución democrática, no es toda la solución democrática, en un país cuyo sistema de gobierno eliminó en la práctica,la independencia de los 3 Poderes y puso al criterio del inquilino de Miraflores, el hacer y quehacer de las instancias máximas de la legalidad y la justicia.
Habrá que aplicar el sentido común para dejar de soñar con un Mesías o con un líder que nos “resuelva” un país cuya economía, sistema productivo y educación, están colapsados y cuya industria petrolera ha dejado de ser, no sólo fuente de ingresos, sino que acusa los estragos de la corrupción y el mal manejo. Será necesario insistir en que justicia social no es equivalente de “compra-venta”, “caridad”, regalía, beca, dádiva o bono partidista.
Habrá que recordar a quienes apoyan la dependencia actual con China, presente o futura, que han de revisarse las condiciones de los préstamos y los convenios firmados, cuyas consecuencias han hipotecado al país y al menos a dos generaciones. Recordatorio que incluye saber que el coloso asiático, dirigido por el Partido Comunista Chino, celoso vigilante de lo que piensan sus ciudadanos hasta en el baño, es también una potencia capitalista, con los 300 millonarios más millonarios del mundo, dueños de empresas y fábricas, cuya mano de obra vive en condiciones de esclavitud. Igualmente habrá que hacerlo con los numerosos y secretísimos convenios con Rusia, Bielorusia, Qtar, Irán, Irak y todos los representados en las numerosas transnacionales con intereses en nuestro suelo y subsuelo.
Tocará lidiar con los intereses y apetencias variopintas de los nuevos diputados, pero eso forma parte del paquete en cualquier país democrático en el mundo. Será necesario que todos aprendamos a ser mejores ciudadanos, a conocer y practicar nuestros derechos y deberes. Lo que no podía continuar eran las prácticas autoritarias, punitivas e irrespetuosas en contra del pensamiento divergente. También deberemos aplicar el sentido común para buscar, inventar y aplicar fórmulas de convivencia y respeto.
Esas que fueron olvidadas hasta en los centro educativos y universidades oficiales, lugares que por su condición de educativos, se suponían ser impermeables a personalismos y persecuciones políticas.
En fin, habrá que retomar el sentido de bonhomía y cordialidad que nos caracterizó a todos. La capacidad de trabajo y la apertura hacia el conocimiento, lo que dio lugar a universidades y egresados muy capaces. Y la capacidad de seguir soñando mientras lo creamos todos, el país que nos merecemos.