#FitnessIMP Entrenamiento y descanso, dos caras de una misma moneda

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Harre, Dietrich (1987) En su libro Teorías del Entrenamiento Deportivo, aborda el concepto de entrenamiento como; “cualquier preparación o adiestramiento con el propósito de mejorar el rendimiento físico o intelectual. En conexión con el deporte, el entrenamiento implica una preparación física, técnica y psicológica para el desarrollo máximo de las capacidades del deportista.”

La mayoría de los deportistas y practicantes de la actividad física de manera organizada anhelan mejorar su rendimiento con el entrenamiento, muchos son capaces de grandes esfuerzos y grandes sacrificios, pero al momento de brindarle al cuerpo los períodos de descanso necesarios para producir las adaptaciones metabólicas (supercompensación) necesarias  para obtener niveles superiores de performance no son tan generosos y a muchos les cuesta un gran esfuerzo descansar o en ocasiones no saben cómo hacerlo.

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Tan importante como el entrenamiento es que los deportistas entiendan que sus hábitos de vida y el descanso, o los períodos de recuperación tras la actividad física, son fundamentales en su proceso de entrenamiento, porque en este tiempo el organismo usa los mecanismos biológicos que purifican el cuerpo de los desechos metabólicos generados durante el ejercicio, además de poner en marcha los procesos celulares de reparación de tejidos y de generación de moléculas biológicas, como por ejemplo proteínas del tipo enzimas, que son inducidas por el entrenamiento y que luego permitirán al individuo ser más eficiente. Este concepto no es nuevo y su fundamento es el descanso activo.

Aunque es desconocido para muchos, los cambios inducidos por el entrenamiento, y que permiten mejorar el rendimiento físico, tienen lugar durante el reposo. Por ende, es importante considerar el descanso como parte integral del entrenamiento, y por eso la referencia a un “descanso activo”, para subrayar conscientemente la intención que conlleva, es decir, poner la atención y la  energía, en posibilitar una óptima recuperación.

Sin embargo no cualquier descanso sirve, la intención no es quedarse en cama durmiendo hasta mediodía un domingo, va mucho más allá. Conlleva la ejecución de ejercicios de estiramiento, una disminución de las cargas de entrenamiento, una hidratación y alimentación adecuada y una intencionalidad en permitir que el cuerpo se recupere de los esfuerzos realizados durante la semana o el periodo de competencias.

Prueba es que, cuando los deportistas no incluyen pausas de recuperación adecuadas es muy probable que sufran lesiones por abuso o comienzan con una curva de rendimiento decreciente: en este caso ya se habla de sobreentrenamiento y es lo que cualquier deportista o practicante de la actividad física no desea.

Estas pausas deben ser parte del programa de entrenamiento. Pero como se ha destacado, no sólo importa la cantidad de tiempo de recuperación, sino su calidad, cabe entonces la pregunta de, ¿Cómo recuperarse mejor?

Para esto hay que considerar al entrenamiento como un periodo de estrés, un estímulo, que de ser desmedido predispone a la enfermedad (Principio de Adaptación General); y ese estrés está relacionado con la aparición y permanencia de ciertas dolencias. El organismo está recibiendo constantemente estímulos del medio externo; entre otros, de las condiciones ambientales que rodean al individuo y lo afectan.

En este estado de alerta ambiental se perciben los cambios, y además se genera una respuesta, una reacción interna, que persigue mantener a salvo y en equilibrio el medio interno. Es decir, que el  medio interno no cambie hasta el desequilibrio, que no se vea afectado por los cambios externos.

Este proceso llamado homeostasis forma parte de lo que se conoce como Síndrome de Adaptación General. A grosso modo; el cambio externo genera un esfuerzo en el organismo vivo para evitar una alteración en él, un esfuerzo que por supuesto cuesta energía, y le permite sobrevivir.

Todo esto es válido para un deportista, y el estímulo o estrés que él recibe es lo que se conoce como  entrenamiento. Este proceso de síntesis de estímulo y reacción es lo que se debe entender  en esta descripción como estrés, y tiene límites, más allá de los cuales no es posible adaptarse, y donde acechan la enfermedad y la muerte, cuando no se puede generar una respuesta adaptativa suficiente.

En los deportistas este proceso puede ser sutil, y el estímulo excesivo va minando lentamente la capacidad de adaptación de su organismo. Adaptarse significa compensar internamente el cambio; pero en muchos casos, el costo energético es tan alto, o el tiempo dado para generar una respuesta adaptativa tan escaso, que tarde o temprano se rompe el equilibrio en términos de salud y sobreviene la  enfermedad.

En el campo de la medicina del deporte este sobreestrés está relacionado a enfermedad y lesiones. El sobreentrenamiento y las condiciones competitivas, de ser un estrés pasan a ser veladamente un sobreestrés, haciendo más proclive al deportista a contraer enfermedades y lesionarse.

La raíz del problema está en el sobreestímulo y la vulnerabilidad del organismo a él. Y quizás la mejor protección sea mantenerse fuera del alcance de esta condición, o estar muy conscientes al sentirse expuestos o sobreexpuestos.

La dosis de estímulo, es decir, de entrenamiento, es individual, y la justa medida del descanso también. Pero ambos son la base de la prevención de lesiones, de abuso y de enfermedad y por consiguiente del sobreentrenamiento.

Descansar activamente significa mejorar la calidad del sueño, aprender a relajarse, elongar, y recibir masajes antes y después del ejercicio, aprender a hidratarse y cuidar el cuerpo como lo que es, un templo del espíritu.

Prof. Rubén Mora. @rmctrainer en Instagram, Facebook y Twitter.

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