Según el jurista y orador español Antonio Aparisi y Guijarro (1815–1872), “no hay mayor grandeza que vencerse a sí mismo; ésa es grandeza”.
El pueblo venezolano, en paz, tranquilidad y con gran civismo opinó. Con formación y democracia, el régimen ha respetado el ardor multitudinario, porque según la regla de oro de la democracia hay que reconocer las mayorías y respetar las minorías. ¡Honor al vencido! ¡Gloria al vencedor!
La noche del domingo ha sido histórica al conocerse los resultados electorales. Excelente señal.
Venezuela estaba preñada de una crisis. Ha alumbrado el país una Patria nueva fecundada de grandezas, sueños, esperanzas y dignidad. El pueblo, cansado de problemas económicos y sociales que ha enfrentado día tras día sin una disposición del gobierno nacional para resolverlos, la ha ayudado a parir.
Gente cansada de tanta inseguridad, de la escasez de productos básicos que se agrava con el paso de los días, entró a la maternidad para el alumbramiento.
Esta situación, cada día más delicada, sin comida, desesperación en largas colas, precios por las nubes, convocó al soberano a organizarse, a movilizarse cívicamente por el país que merecemos.
El gobierno no logró persuadir a tanta gente que protesta en las colas, ni demostraron mejor gestión con un futuro más esperanzador. Se les hizo tarde regalando en los barrios artículos de línea blanca y escandalizando con temas de Alí Primera.
Se les hizo tarde para inundar de alimentos los anaqueles con el ratón entrando desprevenido feliz porque halló comida, sin encontrar luego cómo liberarse de quien lo puso preso.
El pueblo no se distrajo en otra cosa. Pensó en el joropo que íbamos a bailar si la opresión continuaba. Jugamos a Rosalinda, y el dado en la noche linda nos devolvió los corotos.
Se ha concretado el clamor de Alí Primera en su interpretación La Patria es el hombre, en cuyo fragmento hablado exclama: “Hace 400 años que mi Patria está preñada: ¿quién la ayudará a parir pa’ que se ponga bonita?
No es el momento de fanfarronearnos para perder la brújula. Se hace necesario, a partir de hoy un diálogo de paz, porque para lograrla y mantener la armonía hay que saber hacer la guerra.
Tampoco es el día en que se acaben los problemas del país. Los retos que comienzan son inclusive superiores en muchos sentidos y aquí necesitamos el concurso de todos, sin rencores ni pases de facturas.
Nos habíamos acostumbrado a seguir los cambios de un gobierno autoritario llegando a creer que las cosas que sucedían eran totalmente ajenas a nosotros, y que lo único que podíamos hacer era adaptarnos a las circunstancias.
Esta espera de tiempos mejores obvian un hecho relevante: cada persona, con sus pensamientos y actos, tiene un notable poder para configurar su realidad.
Según el escritor y conferenciante Brian Tracy, “uno no obtiene en la vida lo que quiere, sino lo que espera”.
Menos mal que con sabiduría, el Presidente Nicolás Maduro reconoció abiertamente la derrota, sin esperar que esta sociedad le impusiera que fuera respetada su voluntad soberana. Es sólo el comienzo.
¡Gloria al vencedor, y honor al vencido!