Las voces de Penélope – De sueños y elecciones

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“Soñar no cuesta nada”, dijo alguien una vez y tal afirmación se ha repetido para aludir no a la belleza de la cualidad humana de soñar y su correspondiente exaltación, sino que ha sido utilizada para desestimar deseos y aspiraciones personales o colectivas, dejando por fuera algo fundamental: Los animales no sueñan, pues ésta es condición estrictamente humana, así como la capacidad de imaginar, que requiere para expresarse incluso en imágenes, de la cualidad simbólica del lenguaje.

Calderón de La Barca, en ”La Vida es Sueño” , drama filosófico religioso, pone en boca de Segismundo, un monólogo cuya vigencia atraviesa los siglos sin perder su densidad: ”Sueña el rey que es rey, y vive /con este engaño mandando, /disponiendo y gobernando;/ y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe”; Los que literalizan la vida y la poesía, han reducido este monólogo profundo a su último verso: “Y los sueños, sueños son.” Ignoran el transcurrir de la lámpara encendida.

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Que la democracia es perfectible y cualquier dictadura atenta contra la esencia de la libertad, es bien sabido. Que ha servido de vía para legitimar dictaduras y para salir de ellas, también, como el plebiscito que diera fin a la era Pinochet en Chile. Que somos los ciudadanos y no sólo los gobernantes, quienes tenemos la responsabilidad de mantenerla o restituirla, es asunto que solemos olvidar en un continente donde el populismo crece como la verdolaga. Populismo presente en dictaduras también, asunto que suelen olvidar los que aspiran sean garantizados los derechos fundamentales de manera muy personalísima y nada colectiva, especialmente los económicos, sin importar a quienes se llevan por delante.

“Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/sueña el pobre que padece/ su miseria ysu pobreza” La historia de regímenes dictatoriales muestra las complicidades que sectores económicos poderosos hicieron con los dictadores para mantenerlos en el poder. La restitución de la democracia, la posibilidad de aplicar la justicia, ha sido siempre la vía más idónea, a pesar del irrespeto a los Derechos Fundamentales,causado por cualquier sistema dictatorial y la quiebra de valores, que despenaliza e incluso admira al corrupto y la corrupción que le da lugar.

“Sueña el que a medrar empieza,/sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son,/aunque ninguno lo entiende.” Soñar la democracia a la manera en que le conviene a los que medran bajo su sombra, los que roban y destruyen el patrimonio de todos, es “soñarla” distinto a lo que somos, lo que en política significa pagar un precio muy alto. Esto podemos verlo tanto en regímenes nacidos a partir de elecciones democráticas, como en formas de gobierno sustentadas sobre el populismo, el cual sustituye el derecho y la justicia por el reparto de los bienes del Estado, considerados como extensión de su cartera personal. Basta mirar detenidamente el mapa desde Chile a México, para recordar las escenas que incluyen la exclusión y la desaparición de los adversarios.

Asunto que va de la mano de la impunidad y de la cada vez menor calidad de la enseñanza, que impide el desarrollo de la conciencia crítica y analítica de las mayorías, en un mundo donde el “exceso informativo” es solo aparente y el uso de las tecnologías contribuyen para establecer tendencias que corren por el cauce de la desinformación programada, enemigas del conocimiento activo y de su apropiación genuina parapensar y en consecuencia, procesar, entender y actuar en la realidad tangible e intangible.

Que la democracia se sustenta en el voto para escoger no sólo candidatos sino proyectos de gobierno, pareciera ser uno de los olvidos más frecuentes de los ciudadanos, quienes asumen una especie de “determinismo político” que los paraliza. La condición de perfectibilidad de la democracia, reside en poder decidir a través del voto, quiénes han de ser sus gobernantes y legisladores, así como en el exigir se aplique la ley en todas sus instancias. De participar activamente en su construcción y reconstrucción, de sentir que su sueño puede formar parte de un sueño que nos involucre a todos, no dentro de la concepción colectivista, tan cara a los ideólogos de la supuesta igualdad que hace que haya unos,” más iguales que otros”, sino del respeto a la “mismidad de cada uno”. Calderón me sigue guiando al decir: “Y el mayor bien es pequeño:/que toda la vida es sueño/ y los sueños, sueños son.”

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