El eterno cronista de Barquisimeto, Ramón Querales, se declaró apasionado del hecho indigenista de nuestros pueblos y sobre ese tema, con base de su inquietud investigadora, escribió una serie de artículos publicados en el diario EL IMPULSO. Además, de su extensa autoría bibliográfica, editó el libro titulado A Orillas del Principio, obra acerca de la tribu ayamán, existente durante siglos en suelo de los actuales estados Falcón y Lara. Dice el escritor que este grupo (cazadores y recolectores), tras asentarse acá, marcó fin al nomadismo y así fue bueno el esfuerzo para cultivar la tierra y fundar pueblos.
Ramón Querales describe cómo en remotos tiempos de los ayamanes la montaña Parupano se convirtió en una isla cuando la diosa de las aguas, llamada Goima, por órdenes de Yivat (sol), derramó sobre la tierra un torrencial aguacero que cayó para purificar la vida alrededor de tan alta extensión, salvándose algunos humanos y animales que subieron a tiempo hasta la cúspide montañosa.
Igualmente, de una manera amena, el autor de A Orillas del Principio narra cómo los indígenas inventaron la vivienda de bahareque, los canastos y las tinajas, todo útil para mejorar un poco la vida. También dice que en la búsqueda de hojas, raíces y otros vegetales, los nativos descubrieron la batata, alimento unido a la yuca y al maíz, habitual menú junto a la ración de carne lograda en cacerías.
De otros hechos, figura en el texto una joven indígena llamada Turikía, especie de fantástica presencia, quien un día se convirtió en arañita para aprender a tejer, tal como lo hacían las propias arañas, usando luego su inteligencia para crear el chinchorro con fibras de flexibles plantas. También cuenta cómo en el fogón de tres topias, barro y fuego, la cara de Yi (luna) sirvió de modelo para elaborar la arepa, desde entonces manjar de la vida.
Los ayamanes, al practicar relaciones incestuosas para poblar la tierra, vivieron la experiencia del nacimiento de seres con deformaciones físicas, algunos mostrando síntomas de locura al crecer. Acordaron entonces que lo mejor era casarse en otros caseríos, lejos de la tentación familiar; pero aún así -anota el autor- “nunca faltaba un loco en esas familias”.
Ramón Querales escribió crónica, historia y poesía; también ensayo acerca de teatro, literatura, folklore y lenguas indígenas. Descendiente del pueblo ayamán, nació en el caserío Matatere, y de niño vivió en La Turikía y Aguada Grande. Lo conocí estando él recién electo Cronista de Barquisimeto. Ante su amigable cortesía le comenté de mi origen en aquellas geografías suyas y enseguida me dijo: “Quiere decir que tú eres de La Guada, entonces somos paisanos étnicos”. Así brindó su amistad, igual su múltiple obra cultural, ésta rociada de cocuy y de luz sobre expansivo caminito.